Durante los meses del verano, los principales indicadores mostraron una reactivación muy fuerte, lo que evidencia que no existen graves daños estructurales sobre la economía. Sin embargo, hay un registro que sí genera dudas importantes, el del número de empresas activas, dato que sigue mensualmente la Seguridad Social a través de los códigos de cuenta de cotización (CCC). Octubre se cerró con casi 100.000 empresas menos que hace un año, en concreto, 98.925 empresas menos.
Esto significa que la crisis del coronavirus ha provocado la pérdida de casi el 7% de las empresas de España. Se trata de una destrucción de tejido productivo muy severa, tanto, que supone uno de los principales riesgos de España de cara a la recuperación económica. Durante las semanas de la desescalada, la reactivación de empresas fue muy intensa, hasta el punto de que hizo presagiar una rápida recuperación, como así ocurrió durante el verano. Sin embargo, la segunda ola del virus ha provocado otra fase de destrucción de tejido productivo que aumenta el riesgo de dejar daños estructurales.
En concreto, entre mayo y julio, reabrieron casi 55.000 empresas, lo que permitió recuperar algo más del 40% del tejido productivo perdido en apenas tres meses. Sin embargo, en agosto se frenó la recuperación y en octubre se convirtió en recaída, como consecuencia de las restricciones a la actividad económica. Las limitaciones se sucedieron desde el día 25, cuando el Gobierno decretó el tercer estado de alarma, y se han multiplicado desde entonces, lo que presagia unos datos todavía peores para el mes de noviembre.
Según los datos de la Seguridad Social, el número medio de empresas activas en octubre (datos del Régimen General) fue de algo menos de 1,41 millones, lo que supone un 6,6% menos que en el mismo mes del año anterior. Esta variación interanual es peor que la registrada en septiembre, con una caída del 6,25%, y es el peor dato desde el mes de julio.
Este nuevo descenso hace que solo se haya recuperado el 38% de las empresas destruidas durante el confinamiento de marzo y abril. Un balance muy pobre que hace que este indicador sea el peor de todos los registrados por la economía española, que al final del tercer trimestre había recuperado casi el 60% del PIB perdido. A medida que pasan los meses sin que esas empresas hayan podido o querido volver a la actividad, mayor es el riesgo de que no lo hagan nunca. Eso significa que el empleo que creaban desaparecerá para siempre. Conviene recordar que esta estadística solo incluye empresas con trabajadores, ya que el código de cuenta de cotización es un registro para abonar las cotizaciones sociales de los empleados.
Otro registro muestra también los rigores de la segunda ola de la crisis sobre el sector empresarial. Es el de comercios que tienen activo su sistema de cobro por TPV, indicador que publica semanalmente CaixaBank Research. El número de empresas con el TPV inactivo se ha duplicado desde el mes de agosto, superando el 9% en la segunda semana de noviembre. Eso significa que muchas de las empresas que siguen activas están cerradas temporalmente como consecuencia de la pandemia. Dato que apunta también a una recaída del PIB en el último trimestre del año.
Las políticas de protección del tejido productivo desplegadas durante los últimos meses han evitado una destrucción de empresas mucho más intensa. Los ERTE han permitido descargar los costes salariales, la moratoria de concursos de acreedores ha evitado liquidaciones por impagos temporales y los créditos del ICO han permitido dar liquidez a las empresas.
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