La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha confirmado este miércoles que se han producido «avances» sustanciales para alcanzar un acuerdo comercial con Reino Unido en todo lo que rodea al level playing field, la parte de las conversaciones que se centra en la competencia justa y uno de los pilares fundamentales en el tira y afloja que vienen protagonizando Bruselas y Londres desde hace meses.
A los pocos minutos de conocerse los progresos, la libra esterlina anotó subidas hasta alcanzar los 1,35 dólares estadounidenses, el máximo desde mayo de 2018. Un acuerdo comercial salvaría los muebles de las exportaciones británicas en la Unión Europea, el principal destino de los productos y bienes de Reino Unido con un 46% de la cuota frente al 23% de Asia o el 20% de América.
El principio del consenso habría llegado a lo largo de los últimos dos días. Todavía falta, sin embargo, un progreso significativo en materia pesquera, el otro gran frente de batalla en el que se centrarán los dos negociadores, Michel Barnier por la parte comunitaria y David Frost por la británica, en las próximas jornadas, claves para alcanzar un acuerdo. Las conversaciones afrontan días críticos, según ha destacado la responsable del Ejecutivo comunitario, que tampoco está en condiciones de garantizar el pacto.
«Tal y como están las cosas, no puedo decir si habrá un pacto o no. Pero sí que ahora hay un camino para el acuerdo. Puede ser muy estrecho, pero está ahí», afirmó Von der Leyen. «Los próximos días van a ser decisivos», añadió. Las cuestiones en competencia en las que se han producido avances se refieren al blindaje normativo que reclamaba Bruselas desde el comienzo de las negociaciones. El objetivo es que los cambios legislativos o las ayudas de estado futuras que aplique Londres a partir del 1 de enero de 2021 no alteren el marco en el que las empresas británicas compiten con las europeas, dado su acceso libre al mercado común. De esta forma, se conseguiría evitar una suerte de competencia desleal alimentada por la falta de vigilancia en puntos como los estándares laborales, sociales, empresariales o medioambientales.
Entre otras cuestiones, Bruselas temía que Londres lanzase una especie de ofensiva y se convirtiese en un destino más atractivo para las grandes empresas, que podrían tener acceso al mercado común con unas exigencias más laxas. También había gran recelo hacia las ayudas de estado, que podrían dar más músculo financiero a las compañías británicas frente a las comunitarias, sujetas a unas normativas más férreas.
«Sobre las ayudas de estado hemos hecho progresos en los principios generales, en las garantías de aplicación del acuerdo y la posibilidad de un mecanismo automático para remediar eventualidades, si es preciso», ha explicado la responsable del Ejecutivo. «En cuanto a los estándares normativos, hemos pactado un sólido mecanismo de no regresión, para asegurar que los estándares laborales, sociales y medioambientales no se deterioran. Ahora, hay dificultades sobre cómo asegurar una verdadera competencia justa en el futuro», matizó.
En esta línea, según confirman fuentes comunitarias, Londres ha abierto la puerta a la puesta en marcha de un mecanismo de reequilibrio según el cual las dos partes podrían apelar a un panel de arbitraje en caso de que consideren que la competencia está siendo adulterada, uno de los requerimientos de Bruselas desde que comenzaron las negociaciones hace ya casi un año.
Este mecanismo de reequilibrio serviría, previsiblemente, para intentar cortar de raíz cualquier abuso o desvío en cualquiera de los aspectos sensibles. Así, si uno de los bloques considera que el otro está saltándose lo acordado en materia laboral, por ejemplo, podría tratar de contrarrestar los efectos neutralizando o suspendiendo temporalmente el pacto en otro de los puntos clave.
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