El presidente Donald Trump está dispuesto a acabar su mandato dejando su impronta. En un movimiento inesperado, este martes por la noche colgó un vídeo en el que se niega a firmar la inyección de 900.000 millones de dólares para aliviar el impacto de la Covid-19. Trump pide que se enmiende la atribución directa de 600 dólares a los ciudadanos, cifra que califica de “ridículamente baja”. Quiere que suba a 2.000 dólares por persona o 4.000 por pareja.
Argumenta que se da mucho dinero a cosas que no tienen nada que ver, pero no a los ciudadanos, “que no tienen la culpa, la culpa es de China”. Sin embargo, una vez más echa mano de una manipulación demagógica y más bien deshonesta. Denuncia que se da mucho dinero a países extranjeros –a Egipto para armamento, que luego compran a Rusia-, pero no indica que esas cantidades no forman parte del plan de alivio, sino que se corresponden a la partida de 1,4 billones para la financiación del gobierno y que se aprobaron en paralelo.
Trump solicita al Congreso que “retire de inmediato todos esos elementos innecesarios de la legislación y me envíe una propuesta adecuada, o la próxima administración tendrá que aprobar el paquete de ayuda por la Covid-19, y tal vez será mi administración”, reiteró sin reconocer su derrota.
Además, culpa a los “radicales de izquierda” de que ese plan no se lograra el pasado verano, que, según sostiene, lo bloquearon por interés electoral. Lo que no dice es que la cifra de 600 dólares en cheques individuales (hasta el tope de los que ingresan 75.000 anuales) es una imposición de los republicanos. Los conservadores se negaron en todo momento se negaron incluso a llegar a los 1.200 dólares en pago directo a los ciudadanos que se incorporó en la ayuda de marzo.
La demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la cámara de representantes estuvo rápida al quite en su Twitter: «Los republicanos rechazaron repetidamente que cantidad quería el presidente para los cheques directos. Al final, el presidente acepta 2.000 dólares. Los demócratas estamos dispuestos para llevar esta propuesta a la cámara esta semana por consentimiento unánime. Hagámoslo». No está claro que es lo que puede suceder. Hubo analistas que consideraron que Trump se dejó llevar por un impulso, pero que posiblemente no recurrirá al veto y acabará firmando.
Su anuncio se produce en un momento crítico, por el gran impacto de la pandemia y una nueva caída de los negocios. La economía estadounidense creció a un ritmo récord en el tercer trimestre, impulsada por la inyección en marzo de más de tres billones de dólares –unos 2,5 billones de euros– para aliviar el daño de la pandemia. Sin embargo, todos los indicadores señalan que se ha perdido fuelle por ese grave repunte del coronavirus.
El producto interior bruto (PIB) rebotó a una tasa anualizada del 33,4%, informó ayer el Departamento de Comercio en su estimación del tercer trimestre, en una revisión al alza respecto a la inicial de 33,1%. Este dato se produjo a continuación de una contracción del 31,4% entre abril y junio, la más profunda desde que el gobierno empezó a hacer estas mediciones en 1947. La economía estadounidense permanece un 3,4% por debajo del nivel que alcanzó al cierre de 2019. La perspectiva para el final del 2020 no es halagüeña. Los casos de la Covid-19 se han disparado este otoño. Ya se ha llegado a más de 18 millones de contagiados y a 320.000 muertos, número sin igual en el mundo.
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