Los demócratas se alzaron el miércoles con el control del Senado de Estados Unidos gracias a las victorias de sus dos candidatos en la segunda vuelta de las elecciones en Georgia, que Donald Trump había planteado como un referéndum a su gestión. Estas victorias del partido azul se confirmaron el mismo día en que partidarios del republicano Trump asaltaron el Capitolio en Washington mientras se llevaba a cabo la sesión conjunta para ratificar los votos del Colegio Electoral en las pasadas elecciones presidenciales.
Después de que anoche se confirmase la victoria del reverendo Raphael Warnock, que se convierte así en el primer senador afroamericano de Georgia, las proyecciones de los medios dieron hoy ganador al también demócrata Jon Ossoff, sobre su rival republicano, David Perdue. La segunda ronda electoral en Georgia, que habitualmente hubiese sido un asunto de importancia para el estado, se tornó en una disputa de consecuencias nacionales en la que participaron tanto el mismo Trump como el presidente electo, Joe Biden.
Gracias a estas victorias, ambas por un resultado muy ajustado, Biden podrá contar con el control de las dos cámaras del Congreso al menos durante los primeros dos años de gestión, con lo que podrá avanzar sus políticas sin la obstrucción del Partido Republicano. Warnock, de 51 años, es un pastor bautista en la Iglesia Abenezer, de Atlanta, en la que otrora fuese pastor adjunto el líder de los derechos civiles Martin Luther King, asesinado en 1968.
En su elección, Warnock obtuvo el 50,6 % de los votos y derrotó a la senadora republicana Kelly Loeffler, quien recibió el 49,4 % de los sufragios, mientras que Ossoff logró un 50,32 % de los votos frente a un 49,68 de su rival. Hasta esta segunda vuelta electoral, a la que se llegó porque ninguno de los candidatos logró el 50 % de los votos en la primera, en el Senado de Estados Unidos los demócratas contaban con 49 escaños y los republicanos con 50.
Con la victoria de Ossoff, que con 33 años será el senador más joven desde que Biden llegó al Senado, en 1972, los demócratas quedan empatados con los republicanos en la Cámara Alta, de forma que el voto decisivo corresponderá a la vicepresidenta Kamala Harris, en su calidad de presidenta del Senado. Ninguno de los dos candidatos republicanos ha admitido la derrota con el argumento de que están por contarse todavía miles de votos enviados por miembros de las Fuerzas Armadas apostados en el exterior.
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