Joe Biden consolidó esta semana el regreso de los demócratas a la Casa Blanca tras despedir del Despacho Oval al magnate neoyorquino —y gran aliado de la Bolsa— Donald Trump. Pero lejos de empezar su mandato intimidado por el buen rendimiento que ha dejado el republicano en el parqué estadounidense, Biden se estrena con pronósticos que le aseguran por lo menos dos años de luna de miel con el mercado.
El demócrata, que asumió este miércoles el relevo del poder después del mejor rally en Wall Street entre unas elecciones y la investidura en los últimos 92 años, llega a Washington con un plan de choque que promete sembrar un tercer gran paquete de estímulos en la economía estadounidense para devolver el semblante de abundancia del que gozaba antes de ser sacudida por la crisis del coronavirus.
Como si se tratara de un homenaje involuntario a la Irlanda de su madre, la tierra de la “fertilidad”, Biden ha prometido fecundar un nuevo tiempo en Estados Unidos marcado por la normalización de las relaciones internacionales, el regreso a la inversión sostenible, sanar los bolsillos de la clase media y reactivar la economía perdida durante la pandemia. Todas, buenas nuevas para una Bolsa que, por momentos, dudó de la idoneidad de Biden como nuevo inquilino del número 1600 de la Avenida Pensilvania.
La primera economía del mundo no fue inmune a la debacle económica que trajo consigo la pandemia. Y la era de bajos tipos de interés en Estados Unidos no ha sido suficiente para rescatar de la parálisis a un aparato productivo que aún se mantiene a merced del avance del coronavirus en el país, que se ha cobrado ya más de 400.000 víctimas. Así que, para impulsar la incipiente reactivación económica, Biden ha diseñado un plan de estímulos fiscales para arropar, con 1,9 billones de dólares —un 8,6% del PIB estadounidense—, los cheques adicionales de ayuda por 1.400 dólares, una prestación semanal por desempleo de 400 dólares, fondos para garantizar la reapertura de los colegios, así como para el fortalecimiento del sistema de salud público.
El tamaño del estímulo podría impulsar el crecimiento de la economía estadounidense hasta un 7% para 2021, de acuerdo con la firma de inversión Pimco. Esta expectativa de crecimiento, junto al augurio de una vacunación más acelerada, introduce un optimismo en el mercado, especialmente para las empresas de consumo masivo que perdieron terreno durante los confinamientos en el país. “Si se aprueba el estímulo, veremos la recuperación en el sector de la industria, recursos naturales y construcción, frente a otros como salud o biotecnología”, asegura Rui da Mota, Consultor del área de Análisis Económico y de Mercados de AFI.
Aunque la campaña de Biden prometió un ingreso de casi 4 billones de dólares con la subida de impuestos, la ausencia de un tsunami azul demócrata ha alejado al presidente de la posibilidad de implementar medidas revolucionarias en la recaudación. “Tras la victoria de Biden, con una mayoría minúscula de los demócratas en la Cámara Alta, el mercado entendió que las empresas podrán esquivar la subida de impuestos. Ganó Biden, pero no con el margen suficiente para hacer lo que quiera”, insiste Da Mota. El escenario de un Senado empatado es tal vez el ideal para las Bolsas, asegura Jack Kanasiewicz, vicepresidente del fondo Natixis Investment Managers. “Es suficiente para sacar adelante más estímulos, pero no lo suficiente para conseguir que se hagan las subidas de impuestos”, explica.
Con una economía en fase de recuperación, los cambios fiscales “serán probablemente más evolutivos que revolucionarios”, agrega Kanasiewicz. Según las proyecciones de la firma, el impuesto de sociedades aterrizará en un modesto 24-25%, tres puntos por debajo del objetivo del demócrata. El aumento total de la carga tributaria podrá generar como mucho 1,5 billones de dólares en los próximos 10 años, con una entrada en vigor más probable para 2022, según Pimco.
De acuerdo con expertos del parqué estadounidense, la ralentización de las ventas de las compañías por el aumento de impuestos dará las primeras pistas de que la luna de miel con el consumo está próxima a su fin. “La gente dejará de gastar en las calles y volverá a resguardar su dinero en los bancos”, explican. Entonces, el sector bancario saldrá airoso, mientras que los bienes inmuebles y las materias primas como el oro, la plata y el paladio recuperarán su valor refugio frente al eco de una hiperinflación en EE UU. Aunque para eso aún queda un camino plagado de sobresaltos y el reto de superar la pandemia.
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