El coronavirus ha roto en pedazos al sector turístico en España tras tocar máximos históricos en 2019. En 2020, la llegada de turistas extranjeros se desplomó un 77,3% respecto al anterior ejercicio, lo que supuso la llegada de 19 millones de turistas frente a los 83,5 millones que visitaron España doce meses antes. Un ajuste de 65 millones de turistas en apenas diez meses (las restricciones comenzaron en marzo), que lleva la cifra de viajeros a niveles de 1969, con un profundo destrozo económico entre las seis comunidades autónomas que más turismo extranjero reciben (Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía, Madrid y Comunidad Valenciana).
Baleares ha sido la más damnificada por su fuerte dependencia del mercado alemán (más de la mitad de sus viajeros proceden de ese país), por la condición de isla que obligaba a viajar en avión, por la importancia del PIB en su economía (genera uno de cada tres euros de riqueza) y por la fuerte estacionalidad de los destinos de sol y playa. La temporada alta se prolonga de mayo a septiembre y la mala situación sanitaria de Baleares a partir de finales de julio cerró las puertas del destino, no solo a alemanes, sino también al mercado nacional. Si en 2019 recibió 13,7 millones de viajeros extranjeros, la cifra se desplomó un 87,4% hasta los 1,7 millones en 2020. Y eso provocó que los gigantes hoteleros en el archipiélago, como Meliá, Barceló, Riu o Iberostar dejarán muchos establecimientos sin abrir por falta de viajeros y que cerrarán la temporada alta con niveles de ocupación inéditamente bajos, incluso inferiores al 40%. Incluso se atrevieron a bajar precios para recuperar demanda, algo a lo que se habían negado en ejercicios anteriores.
En un segundo escalón se sitúa Cataluña, lastrada, al igual que Baleares, por la misma mala situación sanitaria y el cierre del tráfico aéreo, a lo que se unió el derrumbe del turismo de negocios, como eventos, convenciones o ferias, la principal fuente de ingresos en otoño, invierno y primavera. El pistoletazo de salida lo dio el Mobile World Congress en 2020 y a partir de ahí el deterioro no ha encontrado suelo. Cataluña fue la autonomía más visitada por los extranjeros en 2019, con 19,3 millones, y doce meses después, las llegadas cayeron un 80% hasta los 3,87 millones, lo que le permite seguir siendo la más visitada, con apenas 90.000 viajeros por encima de Canarias.
Una cifra que ilustra la magnitud de la caída es que los 19 millones de turistas extranjeros que llegaron a España en 2020 equivalen prácticamente a los que envió un solo mercado (Reino Unido) o los que recibió un solo destino (Cataluña) en 2019. Las cuarentenas impuestas en Reino Unido y Alemania, los dos grandes emisores de viajeros de la UE (entre los dos suman más de un tercio de las llegadas de extranjeros) y nuestra principal fuente de ingresos del turismo, han provocado que Francia se haya situado por primera vez en la historia como el mayor emisor de viajeros a España, beneficiada de una mejor situación sanitaria hasta el verano y del hecho de que los desplazamientos se hacen en coche y no en tren. Desde Francia llegaron 3,8 millones de viajeros, un 20,4% del total, seguida muy de lejos por Reino Unido (3,17 millones) y Alemania (2,41 millones).
El récord de llegadas en 2019 (83,5 millones) se vio acompañado de un máximo histórico de gasto (91.912 millones). Esa cifra es engañosa, ya que computa el gasto realizado por el viajero internacional en su país de origen (la balanza de pagos, que descuenta esa partida, lo situó en 71.200 millones). Cualquier discusión palidece ante el desplome sin precedentes del gasto, que se derrumbó un 78,5% pasando de 91.912 a 19.740 millones de euros. Un recorte de 72.000 millones de euros que ha volatilizado los ingresos de los grandes destinos turísticos y que ha tenido un impacto directo en el mercado laboral, con una destrucción de 350.000 empleos y con 410.000 trabajadores en ERTE.
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