España es el país de la zona del euro que menos ha gastado en relación a su producto interior bruto (PIB) para afrontar la crisis que ha desencadenado la pandemia del Covid-19. Así se desprende de un artículo del próximo boletín económico del Banco Central Europeo (BCE), que ha sido publicado por adelantado. Los autores, Stephan Haroutunian, Steffen Osterloh y Kamila Slawinska, consideran que el gasto de España en esta crisis representa un 1,3% del PIB, frente al 4% de media en la zona del euro, basándose en cálculos de la Comisión Europea (CE).
Esta cifra es muy inferior a la que ha facilitado el Gobierno español, que es del 5,5%, debido a la heterogeneidad en la forma de informar sobre las medidas. También es mucho menor que el gasto de Francia, que llega al 3%; al de Alemania, que supera el 4,5%, o al de Italia, que roza el 5,5% del PIB. En algunos países «los cálculos de la CE difieren de los de las autoridades nacionales, especialmente en el gasto relacionado con los programas de trabajo a jornada reducida», los ERTE, según el artículo del boletín, que el BCE publica el jueves.
La CE tiende a tratar este gasto como parte de los estabilizadores automáticos desplegados posiblemente por la caída de las ventas o de la producción, pero algunos países lo contabilizan como una medida discrecional en sus planes presupuestarios. Otras diferencias están relacionadas con el tratamiento de impuestos diferidos y contribuciones sociales. Además, el resultado de las medidas fiscales aprobadas en 2020 puede ser superior en algunos países de lo que calcula la CE porque los planes presupuestarios se prepararon antes de la segunda ola de la pandemia en otoño, que creó costes adicionales para medidas ya aprobadas y para adoptar otras nuevas.
También ha sido menor el gasto de España el año pasado que durante la crisis financiera de 2009, que llegó al 2,5% del PIB. El impacto presupuestario de los estímulos fiscales aprobados en la crisis financiera en 2009 en toda la Unión Europea (UE) llegó al 1,5% del PIB. Los economistas del BCE consideran que el impacto presupuestario de las medidas fiscales aprobadas para afrontar la pandemia «no tiene precedentes en comparación con otras crisis». En 2009 se produjeron diferencias mayores entre países que en la situación actual por la pandemia porque durante la crisis financiera algunos no aplicaron estímulos fiscales.
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