La gravedad de la tercera ola de la pandemia de Covid-19 se ha visto reflejada en el mercado laboral. Concretamente en la vuelta de más de 140.000 trabajadores a los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), hasta rozar los 900.000 empleados con su empleo suspendido. Así lo anunció el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. quien precisó, durante una intervención en el Consejo General de Economistas, que a fecha de 11 de febrero había 878.000 empleados en ERTE, 139.031 más que en enero, cuando se registraron 738.969 trabajadores en esta situación.
Pese a este repunte, y a tenor de la marcha de la actividad y de las bajas laborales por la pandemia, el ministro auguró que “en las próximas” semanas habrá una reducción “significativa” de los trabajadores que están inmersos en uno de estos ajustes temporales de plantilla. Escrivá defendió el esquema de ERTE, que según ha dicho les costó ver a los agentes sociales en un principio, basado en una mayor exoneración de cotizaciones por los trabajadores que se incorporaban a la actividad desde un ERTE. Según aportadas por Escrivá ayer, en el promedio de los meses transcurridos desde octubre, el 25% de los trabajadores en ERTE están en suspensión parcial de empleo, desarrollando algún tipo de actividad, generalmente a tiempo parcial.
En este contexto, el ministro también actualizó la factura de los ERTE (que incluye prestaciones, exoneraciones, ayudas autónomos y bajas laborales por Covid o cuarentenas) elevándola de 30.000 millones, con los que cerró 2020 a 40.000 millones según la proyección hecha hasta marzo. Y, dicho esto, reprochó a quienes aseguraban que al cabo de seis meses los ERTE se convertirían en expedientes de regulación de empleo de extinción (ERE), disparando los despidos colectivos, que esto no está siendo así. «El grueso de lo que ha podido ser, no se han convertido en ERE», ha dicho el ministro.
Esto no impide que Escrivá haya admitido que puede que haya una parte de los trabajadores que ahora están en ERTE, en determinados sectores, que vayan a tener más dificultades para salir de ellos airosamente y en estos casos sí podría llegar a haber despidos. En su opinión, los sectores que podrían tener este tipo de dificultades son los vinculados al alojamiento de viajes de negocios en las grandes ciudades, por ejemplo. O también en el sector del transporte, donde consideró que los ajustes serán estructurales provocados por una reestructuración del propio sector.
En cualquier caso, Escrivá ha considerado que haber logrado extender los ERTE a buena parte del tejido productivo español «tiene mucho mérito» porque es una economía muy atomizada con empresas de muy pequeño tamaño y la mayoría de ellas en el sector servicios. Precisamente, se refirió al «reto» de que los ERTE queden permanentemente en la economía española como instrumento de ajuste alternativo al despido cuando en una empresa entra en dificultades «Pero esto debe hacerse siempre desde la negociación colectiva», ha dicho Escrivá.
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