El BCE no hará anuncios de calado y se limitará a seguir el guion marcado en la cita de marzo, cuando respondió con una aceleración de las compras de deuda ante el aumento de la rentabilidad de los bonos soberanos. La institución continúa garantizando un crédito barato y la recuperación económica de la zona euro sigue su curso, aunque a trompicones: a estas alturas del año queda ya confirmado que su crecimiento en 2021 quedará por detrás del de EE UU, donde los estímulos fiscales están siendo más poderosos y donde la campaña de vacunación está más avanzada.
La cita de hoy del Consejo de Gobierno del BCE se celebra tras la buena noticia de que el Tribunal Constitucional alemán ha rechazado el recurso que paraliza la aprobación del fondo europeo de recuperación, lo que ha despejado por fin el camino para su activación. La presidenta Christine Lagarde no ha dejado de insistir en la importancia de su ratificación definitiva para que comience cuanto antes el desembolso de los recursos, por 750.000 millones de euros. Y mientras, y por mucho tiempo aún pasada la pandemia, seguirá siendo necesario el estímulo monetario del BCE. Los expertos esperan que Lagarde reitere hoy la necesidad de continuar con las medidas de política monetaria para cumplir el objetivo de garantizar una financiación favorable a empresas, hogares y, por supuesto, gobiernos. Y para alcanzar el objetivo de inflación de una tasa cercana, aunque por debajo del 2%. Esta meta se fía sin embargo para largo puesto que el BCE en sus propias previsiones estima un IPC para 2023 del 1,4%.
“Lagarde mantendrá el tono acomodaticio debido a las perspectivas poco alentadoras de la inflación a medio plazo, a pesar de las crecientes presiones a corto plazo. Para mantener un amplio consenso dentro del Consejo, es probable que reafirme la flexibilidad del PEPP si las condiciones financieras cambian significativamente en un futuro próximo”, señala François Rimeu, estratega senior de La Française AM.
La gran cita del BCE llegará en junio, cuando tenga que revisar el ritmo de compras de su programa antipandemia y decidir si es momento de ir abordando un repliegue o de mantener la intensidad actual. En Nomura no prevén una reducción hasta al menos el mes de septiembre y en Goldman Sachs estiman que el descenso comenzará en el tercer trimestre. En el propio seno del BCE hay una fuerte división al respecto, a la vista de la dificultad de alcanzar el objetivo de inflación y con la revisión de la estrategia de la institución pendiente.
«Existe una división latente en el BCE entre quienes favorecen una política monetaria agresiva durante mucho tiempo y quienes abogan por una retirada gradual», explica Franck Dixmier, Director de Inversiones Global de Renta Fija de Allianz Global Investors, En Pimco van más allá y advierten del riesgo de la pretensión de Lagarde de tomar decisiones por consenso. “Gobernar por consenso no está exento de efectos secundarios, y contiene el riesgo de ralentizar la toma de decisiones o, en el peor de los casos, impedirla por completo”, añade Konstantin Veit, gestor de carteras de Pimco.
“Desde que tomó el timón del BCE, Lagarde ha tratado de calmar las voces discordantes entre los miembros del Consejo, una forma de distinguirse de su predecesor. Es un objetivo perfectamente admirable, pero da lugar a compromisos en un intento de satisfacer a todos”, añade Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF. Algunos miembros del Consejo de Gobierno ya se han posicionado sugiriendo que en verano sería prudente reducir las compras de activos del BCE. Para Cavalier, es un riesgo que no puede subestimarse, aunque “el BCE no tiene excusa para repetir los errores de 2011 con una reducción intempestiva del grado de la política monetaria acomodaticia”.
Powered by WPeMatico