La recuperación sostenida e irreversible de la crisis del Covid ya ha comenzado. Así, al menos, lo estima internamente el Banco de España, de cuyas proyecciones públicas, pero no detalladas, se puede inferir matemáticamente que la primavera de 2021 culminará con un incremento trimestral del PIB superior al 2%, un ritmo que mantendrá ya en el resto del ejercicio. A partir de ahí, sin embargo, los datos del supervisor apuntan a una relajación del crecimiento por debajo del 1% que, según su escenario central, retrasará la recuperación de los niveles precrisis hasta 2023.
El Informe Anual del Banco de España, publicado el pasado jueves, se limita establecer que la fuerte incertidumbre que sigue rodeando la pandemia le ha llevado a establecer tres escenarios, uno central, uno optimista y otro pesimista, y que todos ellos “apuntan hacia una recuperación relativamente robusta de la actividad económica a partir del segundo semestre de 2021”, pero no cifran la magnitud de este repunte. Los datos internos del supervisor concretan, sin embargo, que el alza del PIB del segundo trimestre será del 2,1% en el escenario central (0,4% en el pesimista y 2,6% en el optimista), que es el que ha clavado el retroceso del 0,5% en el arranque del año.
Este sería el verdadero punto de arranque de la recuperación de la crisis, pues el PIB cedió un 5,4% en el primer trimestre de 2020, tras solo dos semanas de estado de alarma, se hundió un 17,8% en el segundo y repuntó un 17,1% en el tercero, pero cerró plano el otoño y volvió a retroceder en el inicio de 2021. La tesis central del Banco de España es que el PIB crezca luego un 2,7% en verano (del 1,1% al 3,4%) y un 2,4% en otoño (proyección que supera tanto el 1,9% como el 2,2% de los otros escenarios).
A partir de 2022, sin embargo, el ritmo de crecimiento económico se estabilizaría con avances trimestrales siempre inferiores al 1%, partiendo de un 0,9% en el arranque del año, y oscilando luego entre el 0,3% y el 0,5% hasta finalizar 2023, siempre según el escenario central. El escenario optimista aún arroja algún alza superior al 1% en el invierno de 2022 mientras que el pesimista, que o que hace es retrasar la recuperación, asume que el avance del 2% no llegará hasta final de este año y será superior al 1% en el inicio del siguiente.
Es a partir de estos cálculos con los que el Banco de España ha construido sus previsiones de crecimiento anual para la economía española que, tras la debacle histórica del -10,8% de 2020, avanzaría un 6% este año (del 3,2% al 7,5%, según el resto de escenarios), frente al 6,5% que espera el Gobierno. A partir de ahí, el avance sería del 5,3% en 2022 (del 4,6% al 5,5%), en lugar del 7% que proyecta Economía; y en 2023 el alza sería del 1,7% (del 1,6% al 2,2%), en vez del 3,5% del cuadro macroeconómico oficial.
Como consecuencia, las proyecciones del Banco de España apuntan a que el nivel de PIB precrisis no se recuperaría hasta 2023, según el escenario central (oscilando entre el segundo trimestre de 2022 en la visión optimista y demorándose, al menos, hasta 2024 en el pesimista). La estimación contrasta con la visión del Gobierno de que la crisis quedará superada el próximo año y, de cumplirse, podría suponer el retraso de la reforma fiscal que Hacienda baraja para 2023 siempre y cuando se llegue a ese año con el volumen económico que España tenía antes de la pandemia.
En paralelo a estas proyecciones, el supervisor financiero ha dibujado cuál será el recorrido del desempleo y las cuentas públicas en los próximos ejercicios. En el caso de la tasa de paro, que cerró 2020 en el 15,5%, la proyección central asume que pasará al 17% este año, al 15,1% el próximo y al 14,1% en 2023 (si bien el escenario pesimista apunta a que acabará el periodo en el 16,1% tras saltar este año al 18,3%, y el optimista apunta a que caerá al 15,9% en 2021 y por debajo del 13% en tres años).
Por el lado del déficit público, que el pasado ejercicio saltó del 2,8% al 11%, se espera una rebaja al 7,7% este año, al 4,8% el próximo y al 4,4% en 2023. Una visión inicialmente más optimista que la del propio Gobierno, que asume que solo reducirá el agujero fiscal al 8,4% este año, pero más oscura a medio plazo, pues la proyección oficial es llegar al 2023 en el 4%. Los escenarios alternativos del supervisor oscilan cerca de un punto arriba y abajo de la senda inicial.
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