Un plan que incluye la creación de una tasa digital propia y que culmina, como medida estrella, con una propuesta legislativa con la que avanzar en la armonización del impuesto de sociedades a partir de 2023. Sobre la mesa está la posibilidad de fijar una base imponible común y una redistribución de los ingresos fiscales entre los Estados miembros mediante una fórmula aún en el aire. Hasta entonces, no obstante, Bruselas se encomienda a los acuerdos que se alcancen en el marco de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que pasarían a ser de obligado cumplimiento en la UE.
En un documento que sirve como exposición de motivos, la Comisión explica que los Estados miembros pierden cada año hasta 70.000 millones de euros por la “elusión del impuesto de sociedades”, una cifra a la que se le suman otros 46.000 millones en pérdidas por la evasión fiscal internacional de particulares y otros 50.000 millones por fraude transfronterizo del IVA. “La UE necesita un marco sólido, eficiente y justo que esté a la altura de las necesidades de financiación pública y también apoye la recuperación y las transiciones verde y digital”, argumenta el Ejecutivo comunitario en un documento en el que anticipa una serie de propuestas legislativas a aprobar en dos años.
El plan diseñado por Bruselas parte de que las negociaciones que se están produciendo actualmente en la OCDE lleguen a buen puerto a mediados de 2021 en sus dos pilares: el derecho de cada país a gravar parte de los beneficios conseguidos por compañías sin presencia física en su territorio –el conocido como pilar 1– y el establecimiento de una base imponible mínima y efectiva para las multinacionales, el pilar 2. Una vez que haya luz verde en la OCDE, la Comisión trasladará de forma inmediata y a través de directivas propias todo lo pactado a la legislación europea.
Las negociaciones en la OCDE para gravar a las multinacionales con un tipo mínimo a nivel global han cambiado de color desde la llegada del presidente estadounidense, Joe Biden, a la Casa Blanca. El pasado mes de abril, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, avanzó que Washington pretendía impulsar una armonización de Sociedades a nivel mundial con un tipo mínimo y común con el objetivo de acabar con la carrera a la baja entre países y poner fin a la competencia fiscal. El cambio de aires de la Administración Biden se alinea con las pretensiones de la OCDE, la Comisión, países como Alemania, Francia y España y el propio FMI, por lo que todo parece indicar que habrá luz verde más temprano que tarde.
Sin embargo, el Ejecutivo comunitario quiere ir más allá, por lo que en 2023 planteará la creación de un nuevo marco para el impuesto de sociedades en la UE que enterrará su antigua propuesta para establecer una base imponible común consolidada de este gravamen a nivel europeo, bloqueada hasta la fecha por socios como Luxemburgo o Irlanda.
El nuevo enfoque del organismo presidido por Ursula von der Leyen estará basado en el acuerdo que se alcance en la OCDE, pero prevé aglutinar todos los beneficios obtenidos en los Estados miembros de la UE por una multinacional concreta en una única base imponible, dejando de lado así el actual mosaico que componen las 27 legislaciones nacionales. Después, se asignará una parte de estos beneficios a cada uno de los países europeos mediante una fórmula predeterminada que aún está estudiándose. Solo estarían sujetas a este impuesto las multinacionales que operasen en más de un país comunitario, según explicaron fuentes europeas.
Ni el vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, ni el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, quisieron posicionarse sobre el tipo armonizado que estaría barajando la Comisión para su plan, ya que la cantidad concreta es uno de los puntos más sensibles del debate a nivel global. Sí dijeron, en cambio, que en julio la Comisión presentará una propuesta para una tasa digital, la otra pata de la fiscalidad del siglo XXI, como la denomina Bruselas. También se mostraron optimistas respecto a que la tasa armonizada vea luz y supere el veto de los socios más reacios. “No puedo imaginar que la UE evite participar en un acuerdo global”, dijo Gentiloni.
El nuevo marco de tributación, Empresas en Europa: Marco para el impuesto sobre sociedades (o BEFIT, por sus siglas en inglés) también reducirá la carga administrativa, eliminará los obstáculos tributarios y creará un entorno más favorable en el mercado único. A su vez, dice la Comisión, reducirá los trámites administrativos y los costes de conformidad, minimizará las oportunidades de elusión fiscal y apoyará el empleo y la inversión en el mercado único.
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