España asume actualmente una pérdida de recaudación anual de unos 17.786 millones de euros por los tipos superreducido (5.323 millones) y reducido (12.463), según el estudio realizado por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) en base a los datos de cierre de 2016. El objetivo es facilitar el acceso a productos de primera necesidad o incentivar el consumo de sectores estratégicos o culturales, por ejemplo. El informe de la Airef concluye que el diseño cumple con este fin, pero que no es eficiente desde el punto de vista distributivo. “Los tipos reducidos, al disminuir los impuestos al consumo, benefician en una cuantía mayor a las rentas altas, que son las que más gastan”, subraya.
El problema, destacan en Gestha, la asociación de técnicos de Hacienda, es que los tipos reducidos no solo cubren el consumo ligado a necesidades básicas, sino también la alimentación gourmet, las bebidas alcohólicas selectas, los restaurantes de alto nivel, los hoteles de cinco estrellas o el turismo de lujo, ilustran. “Estos tipos reducidos benefician en mayor medida a las personas con rentas altas, que pueden gastar más” en esta gama de bienes y servicios.
Como consecuencia, los deciles de rentas de más de 56.589 euros y más de 112.961 euros de ingresos anuales disfrutan de un IVA reducido por el que el Estado pierde unos 6.400 millones anuales: el 36% de todo el coste público de estos tipos bajos, siempre según las cifras de 2016. Y, según los datos de la Agencia Tributaria, en ese nivel de rentas apenas hay 90.000 contribuyentes en toda España, el 4% del total. A su vez, el 63% de españoles que aproximadamente rondan los 22.000 euros de renta anual, solo disfrutan del 29% del ahorro fiscal (5.200 millones) que dejan los tipos reducidos de IVA.
Más allá del uso de los gravámenes al 10% y el 4%, la pérdida de ingresos anual del Estado supera los 24.000 millones sumando las exenciones de IVA sobre servicios financieros, educación y sanidad privadas, de los que también se benefician más las rentas altas. En términos comparables, el conjunto de tipos reducidos rebaja la capacidad recaudatoria de España en 2,1 puntos de PIB al año, la cifra más alta de la eurozona tras el 2,2% de Portugal y Malta, duplicando el 1,2% de media de la región y superando el 1,8% francés o el 0,9% alemán.
Esta fuerte diferencia se explica por la extendida aplicación de los tipos reducidos en el país. España grava al 10% los alimentos de lujo, o las comidas y bebidas en bares y restaurantes, frente al 21% y 19% que aplica Alemania, por ejemplo. De hecho, utiliza tipos inferiores a la media de sus pares en todos estos campos, así como en el ocio y la cultura (donde aplica un 4%) y el gravamen sobre bebidas alcohólicas en restauración es la mitad del de la zona euro. Solo Italia, que suele recibir las mismas recomendaciones de revisión de las autoridades internacionales, se sitúa en la misma línea que España.
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