El acuerdo para impulsar un impuesto mínimo en Sociedades del 15% a nivel global, alcanzado hace dos semanas en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y respaldado durante este fin de semana en el G-20, ha aparcado, al menos hasta otoño, el proyecto de tasa digital que barruntaba la Unión Europea. Esta herramienta, uno de los grandes focos de tensión con el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) en los últimos meses, era también uno de los instrumentos recaudatorios con los que contaba la UE para los próximos años.
«Informé a la secretaria Yellen sobre nuestra decisión de dejar en suspenso la propuesta de la Comisión sobre un impuesto digital para permitirnos estar concentrados y trabajar mano a mano en la última etapa de este acuerdo histórico», declaró el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, en referencia a la secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, contraria a esta tasa de tinte comunitario por los efectos impositivos extra que podría tener en gigantes estadounidenses como Google, Facebook o Amazon. De esta forma, Bruselas quiere hacer constar su bienvenida formal a los avances logrados a nivel mundial para imponer una tasa mínima a las grandes multinacionales y su disposición a aparcar definitivamente el proyecto comunitario si prospera la tasa global, en un claro guiño hacia Washington.
«El G20 ha aprobado un acuerdo histórico este fin de semana en Venecia para crear un sistema fiscal internacional más estable y más justo que aborde los desafíos fiscales derivados de la digitalización de la economía», explicó también el portavoz de la Comisión, Daniel Ferrie, el mismo día en el que los ministros de Economía de la zona euro se reunían en el Eurogrupo con la propia Yellen. “Hemos decidido suspender los trabajos sobre la propuesta para un impuesto digital como un nuevo recurso propio de la UE. Queremos concentrar todos nuestros esfuerzos en lograr» que el acuerdo mundial prospere, añadió.
Durante el fin de semana, el G-20 respaldó el acuerdo global sobre los impuestos corporativos que habían sellado días antes 130 países de la OCDE. El pacto, a grandes rasgos, está diseñado para evitar que las grandes corporaciones se trasladen a jurisdicciones de bajos impuestos y para establecer un sistema más justo que distribuya los derechos tributarios según el lugar donde operan las grandes empresas, en lugar de en lugar donde tienen fijada su sede. El acuerdo también está pensado para acabar con la carrera a la baja impulsada desde hace décadas por países que han fijado bajas tasas para atraer a las grandes empresas.
Los ministros de Finanzas y Economía y gobernadores de los bancos centrales del G-20 respaldaron ese pacto el sábado durante una reunión en Venecia, pero para poder implementarlo aún se deben completar una serie de trabajos técnicos. El objetivo es haberlos concluido para octubre y, con el objetivo de concentrarse en ese proceso, Bruselas ha optado por congelar temporalmente su propia tasa digital.
La secretaria del Tesoro de EE.UU., por su parte, pidió a todos los Estados miembros que se sumen al consenso alcanzado en la OCDE y el G-20, en alusión, entre otros, a Irlanda, uno de los nueve países que votaron en contra de la tasa mínima del 15%. También recordó a los países de la UE de la necesidad de mantener una posición fiscal expansiva y de estudiar la posibilidad de introducir medidas fiscales de estímulo adicionales para garantizar una recuperación sólida y sostenible en el futuro. En su intervención durante la reunión del Eurogrupo, Yellen defendió la importancia de que la postura fiscal siga siendo de apoyo en 2022.
«De cara al futuro, es importante que los Estados miembros consideren seriamente medidas fiscales adicionales para garantizar una recuperación nacional y mundial sólida, y para reconstruir Europa de una manera sostenible en el futuro que proporcione beneficios tangibles a todos los ciudadanos», señaló.
De este modo, consideró «una parte esencial» la creación de un marco fiscal de la UE con suficiente flexibilidad para permitir que los países respondan enérgicamente a las crisis e inviertan en infraestructura sostenible; investigación, desarrollo y tecnología para hacer frente a la crisis climática; y otras áreas que pueden fomentar la convergencia económica y el crecimiento inclusivo. Yellen también aplaudió la puesta en marcha del fondo Next Generation EU, «un proyecto grandioso» que ayudará a la recuperación.
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