Los precios de la electricidad no dan tregua. Tras cerrar julio en niveles récord, el mercado mayorista continúa su escalada, que ya ha convertido 2021 en el año más caro de la historia. Los precios han estado cuatro de los seis primeros días de agosto por encima de los 100 euros por megavatio hora (MWh), un nivel disparado, y el acumulado hasta julio ya alcanza los 63,1 euros, por encima del anterior máximo marcado en 2008. Si se miran los datos diarios de los precios hasta este viernes, la diferencia se amplía aún más: 64,5 euros promedio en 2021 frente a los 59,9 euros de hace 13 años.
Así lo reflejan los datos de OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Energía), que recogen el impacto que está teniendo en el mercado mayorista ―conocido como pool― la espiral alcista en los precios del gas y de los derechos de emisión de CO₂. Los primeros han roto la barrera de los 40 euros, frente a los 12 de hace un año, ante la reactivación de la demanda en los mercados internacionales por la paulatina retirada de los confinamientos. Los segundos llevan más de tres meses por encima de los 50 euros la tonelada, efecto de la retirada de derechos de emisión en el mercado europeo en su camino para alcanzar la neutralidad climática.
Las previsiones para la segunda mitad del año tampoco son halagüeñas: los mercados de futuros están calientes, con precios disparados del gas hasta al menos la primavera de 2022 y los derechos de emisión, que suponen un coste más de producción, que seguirán por las nubes. En esta coyuntura, el alza de precios no es algo exclusivo de España: las principales plazas europeas están en máximos. Este jueves, la media diaria del MWh en el pool británico alcanzaba los 115,9 euros; en el italiano los 106,53 euros y en el alemán los 94,5. Este viernes, el mercado mayorista español sigue en niveles máximos, con 97,22 euros el MWh.
El principal problema es que estas variables impactan directamente en la factura que pagan los usuarios, por lo menos en la parte que afecta el consumo y que supone cerca de un tercio del precio final ―el resto son impuestos y peajes, es decir lo que se paga para el transporte y la distribución de la electricidad―. La tarifa regulada por el Estado, conocida como PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor), está indexada a los precios horarios del mercado mayorista, por lo que toda fluctuación se refleja en ella. Pero de la evolución del pool y del mercado de futuros también dependen los precios que ofrecen las comercializadoras del mercado libre, que proponen precios distintos en función de la tarifa escogida por sus los clientes.
Frente a esta escalada, el Gobierno ha introducido medidas temporales para rebajar el coste del suministro. El Consejo de Ministros aprobó a finales de junio una rebaja del IVA eléctrico del 21% al 10% para los hogares, que se aplicará hasta finales de año siempre y cuando el precio del MWh continúe por encima de los 40 euros ―para los consumidores más vulnerables la reducción se mantendrá en todo caso―. También suspendió durante tres meses el impuesto de generación, que grava con un 7% la producción de electricidad, una medida que ya había impulsado en 2018 ante un súbito aumento de precios que sin embargo ni de lejos llegó a marcar las cotas alcanzadas en estos últimos dos meses.
Según los cálculos difundidos en junio por el Ejecutivo, la rebaja del IVA brindará un ahorro de seis euros al mes para un hogar medio, y la suspensión del impuesto de generación supondrá un alivio para el bolsillo del consumidor de entre un 2% y un 3%. Sin embargo, estas reducciones están siendo tapadas con cuatro meses seguidos con precios disparados y tras cerrar el julio más caro de la historia, con un promedio de 92,4 euros el MWh.
Por ello, las asociaciones de consumidores exigen medidas adicionales, que atajen los desequilibrios estructurales del sistema. Según los cálculos de Facua, la factura del usuario medio en julio ha sido la tercera más cara de la historia, pese a las rebajas adoptadas por el Gobierno. Francisco Valverde, analista y responsable de renovables en Menta Energía, estima que el recibo para un consumidor medio con tarifa regulada escalará hasta los 77,9 euros en diciembre ―sin contar el alquiler del contador, de 0,81 euros al mes―, un nivel que rozaría los 85,6 euros si el IVA se hubiese mantenido al 21%.
Bajo la lupa está el mismo funcionamiento del mercado mayorista. En el pool, la electricidad tiene un precio distinto cada hora del día, que se determina a través de un algoritmo europeo en el que las ofertas de venta se ordenan de la más barata, como nucleares y renovables, a la más cara, que son las que usan combustibles fósiles, hasta alcanzar el equilibrio entre ofertas de venta y de compra. La singularidad es que las centrales no se retribuyen según sus costes de producción, sino en función del precio marcado por la última tecnología que entra en el mercado ―la más cara― para cubrir la demanda. Este diseño da lugar a los llamados beneficios caídos del cielo que cobran, principalmente, hidroeléctricas y nucleares.
El Gobierno ya trabaja en medidas que subsanen estas distorsiones, pero su impacto tardará en notarse. Esta misma semana, el Ministerio de Transición Ecológica ha aprobado un proyecto de ley ―que abrió a consulta pública el pasado 1 de junio― para recortar el beneficio extraordinario que reciben las centrales no emisoras. La minoración de ingresos para las plantas rondará los 625 millones con los precios actuales del CO₂, y llegará a los 1.691 si estos alcanzan los 100 euros. A ello se sumarán en el futuro la instalación de una mayor capacidad renovable y otro proyecto dirigido a reducir de manera sustancial el precio del recibo: el Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico. Con ello, el Gobierno pretende sacar de la factura el coste de las primas a las renovables, y así abaratar el recibo un 13% en cinco años.
Valverde confía en que estas medidas logren reducir el peso de la factura en el futuro, pero mientras tanto los precios continuarán subiendo. “El precio del gas no bajará hasta el año que viene y la subida del CO₂ es imparable, su único recorrido es al alza”, subraya. Según sus estimaciones, calculadas a partir de los datos de OMIE y de los mercados de futuros, el precio de la electricidad en el mercado mayorista cerrará con una marca anual histórica de 78,8 euros el MWh, muy por encima del récord de 64,4 euros de 2008: “Este 2021 tendremos la factura y el mercado mayorista más caros de la historia”.
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