El Banco Central Europeo (BCE) deshoja la margarita de lo que decidirá en la cumbre clave de política monetaria que se celebrará el próximo 16 de diciembre. La atención de los inversores está centrada en el futuro de las compras de deuda una vez que concluya la pandemia y en saber qué ocurrirá con las inyecciones de liquidez al sector financiero (TLTROs).
Ayer, el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, dio algunas pistas de por dónde podrían ir los tiros en esa importante cita. Según aseguró en una entrevista al diario francés Les Echos, la autoridad monetaria retrasará su decisión sobre si renovar o no las TLTROs más allá de la reunión de diciembre, en la que estaba previsto despejar esta gran incógnita.
«Las TLTROs todavía no se han terminado. Podemos esperar un poco más; no es una decisión que vayamos a discutir en diciembre», aseguró De Guindos en contra de lo esperado hasta la fecha por el consenso del mercado. Las entidades piden prestado a la institución y pueden obtener un interés favorable de hasta un 1% si son capaces de conceder ese dinero a la economía real a través de créditos. Bajo estos préstamos condicionados, y con el objetivo de estimular la financiación durante la pandemia, a los bancos se les ha pagado por pedir dinero al banco central.
«Las TLTROs han sido una herramienta muy útil para proporcionar liquidez a corto y medio plazo a los bancos, pero no hay una urgencia para decidir sobre su renovación», insistió el vicepresidente del BCE La última ventana en la que las entidades pueden solicitar nueva liquidez al BCE en el marco de esta herramienta se cierra en diciembre. La banca, eso sí, no tiene que devolver aún el dinero que pidieron prestado al organismo, pero el tipo de interés extraordinario del 1% llega a su fin en junio de 2022.
«El problema no es que en diciembre se acabe el programa o que haya que devolver el dinero, sino que necesitamos visibilidad para diseñar nuestros planes de financiación con tiempo y las TLTROs se han convertido en un elemento clave». El BCE ha concedido alrededor de dos billones de euros en liquidez a la banca en forma de préstamos condicionados. Para la mayoría de entidades, los recursos captados a través de este programa se han convertido en su segunda mayor fuente de financiación, sólo superados por los depósitos.
Pero la importancia de las TLTROs para el sector financiero trasciende incluso los enormes volúmenes de liquidez que ha movido en los últimos dos años. La financiación barata concedida por el BCE se ha convertido en una de las únicas vías para aumentar los márgenes del negocio bancario en plena era de tipos de interés negativos.
De hecho, las entidades solicitaron a la institución con sede en Fráncfort ya en septiembre que anunciara una prórroga de sus préstamos condicionados en una cumbre privada en la que adujeron la necesidad de implementar nuevas medidas de alivio si se prolongaba la era de tipos de interés negativos. Una extensión de las TLTROs «permitiría blindar mejor la transmisión de la política monetaria frente a los efectos adversos de los tipos de interés negativos», indicaron fuentes financieras.
Pese a que las palabras del vicepresidente del BCE auguran que las entidades deberán convivir unos meses más con la incertidumbre de si se renueva o no el programa de inyecciones de liquidez, los expertos siguen apostando porque habrá una nueva ronda de esta clase de préstamos. Las condiciones, eso sí, podrían ser algo peores a las actuales con el objetivo de ir poco a poco desincentivando el uso del dinero de la autoridad monetaria y volviendo a la normalidad. Como para el programa de compras, la evolución de la inflación será clave para conocer el ritmo de la retirada.
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