En un informe publicado hoy sobre el aumento de las desigualdades en la tercera edad, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) hace notar que en España esos dos grupos son particularmente vulnerables debido a los menores periodos de cotización, que se traducen en menores derechos de pensión.
Los autores del estudio destacan que el país sufre un alto nivel de desempleo (sigue siendo el doble del que había antes de la crisis) y que la tasa de actividad (porcentaje de personas con empleo respecto a la población en edad de trabajar) es a su vez netamente inferior a la media.
Pero hacen hincapié en que ese fenómeno golpea muy en particular a los que tienen un bajo nivel de educación, con una tasa de desempleo (26%) que duplica con creces la de los que disponen de estudios superiores (11%).
El problema de la exclusión del mercado laboral es especialmente acuciante con los jóvenes, pero concierne también a los activos de mayor edad, como lo pone en evidencia el porcentaje de los que tienen un empleo en el grupo de 55 a 64 años: un 49% en España frente al 59% de media en la OCDE.
En ese grupo de edad destaca la brecha entre los que tienen un bajo y un elevado nivel educativo, con una tasa de empleo 22 puntos porcentuales inferior para los primeros. En el caso de las mujeres, la diferencia se agranda todavía más, hasta los 35 puntos.
La OCDE precisa que mientras la tasa de empleo de las mujeres con alta cualificación (65%) se acerca a la de los hombres con igual educación (68%), el diferencial hombres-mujeres pasa a ser de 16 puntos porcentuales con baja formación.
Para los colectivos que no van a cubrir el periodo de cotización, eso significará jubilaciones bajas, porque el otro elemento que marca el escenario español, es que es uno de los países en los que más se va a acelerar el envejecimiento.
Hasta el punto de que a mediados de siglo será el segundo país más envejecido, en términos de mayores de 65 años en relación con el grupo de 20 a 64 años (75,5%), sólo por detrás de Japón (77,4%) y muy lejos del 53,2% de media en la OCDE.
Esa tasa de dependencia, relevante para perfilar la financiación del sistema de pensiones, se va a agravar en España desde 2015 (cuando era del 30,4%, frente al 28% de media en la OCDE) a un ritmo sólo superado por Corea del Sur (donde pasará del 19,8% al 71,8%).
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