Las previsiones económicas del Gobierno español y de la Comisión Europea suelen discrepar, pero casi siempre porque Bruselas se teme lo peor y enfría el optimismo del Ejecutivo de Rajoy. Las Previsiones de otoño de la CE, publicadas este jueves, rompen, sin embargo, con esa tradición y apuestan por un escenario más halagüeño que el contemplado por Madrid.
Bruselas revisa al alza su pronóstico de crecimiento para España tanto en 2017 como en 2018, desde el 2,8% al 3,1% y del 2,4% al 2,5%, respectivamente. La optimista valoración del departamento de Pierre Moscovici, comisario europeo de Economía, contrasta con la inquietud del ministro de Economía, Luis de Guindos, que ha revisado a la baja tres décimas su previsión para 2018, hasta el 2,3%, como consecuencia del impacto de la crisis política e institucional en Cataluña.
Las previsiones de otoño de la Comisión también toman en cuenta el factor del procés independentista. Pero concluyen que «la reacción del mercado se mantiene contenida». Y aunque alertan sobre el «riesgo de futuras evoluciones» compensan la balanza con la posibilidad de que España se beneficie «de una contribución mejor de lo esperada en las exportaciones».
Moscovici ha defendido en rueda de prensa su benévola interpretación, que parece ignorar factores como la fuga de empresas de Cataluña, el parón en la creación de empleo en la mayor región de España o la caída del turismo y la inversión que a menudo se mencionan como consecuencias del conflicto político.
“No queremos especular sobre una u otra evolución política, esa es la razón por la que consideramos que en este momento el impacto macroeconómico es limitado e incluso insignificante”, zanjó Moscovici.
Guindos calificó como “buena noticia” el baño de optimismo llegado desde Bruselas. Y auguró una evolución muy positiva en los principales indicadores económicos (crecimiento, empleo, déficit público) siempre y cuando “se supere el elemento de incertidumbre” que representa Cataluña.
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