La Comisión Europea ha acogido este jueves con inquietud la aprobación de la reforma fiscal en EE UU, pero el organismo comunitario confía todavía en neutralizar los efectos más perniciosos para las empresas europeas. Bruselas celebra que Washington haya suprimido uno de los puntos más temidos en Europa del proyecto, pero advierte que todavía hay elementos que pueden perjudicar al comercio y la inversión transatlántica.
“Nos satisface que, tras nuestros intensos contactos con las autoridades estadounidenses, se haya retirado la medida sobre las accisas, pero todavía hay dos medidas que causan preocupación”, señaló este jueves la Comisión Europea.
Bruselas denuncia en particular las deducciones que disfrutarán las multinacionales estadounidenses por algunos de sus ingresos en el exterior y la posible discriminación hacia las empresas europeas de las medidas para combatir la elusión fiscal.
La Comisión Europea espera que la administración del presidente Donald Trump acepte limar las amenazas impositivas que todavía se ciernen sobre las empresas de fuera de EE UU. En última instancia, la Comisión Europea podría denunciar a EE UU ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero la Bruselas considera que es demasiado prematuro iniciar una guerra comercial.
“Estamos siguiéndolo muy de cerca y analizándolo para ver qué efectos podrían tener en Europa, para nuestras empresas”, señaló el jueves la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström. El vicepresidente económico de la Comisión, Valdis Dombrovskis, se dirigió la semana pasada por carta al secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, para reclamar una modificación de la reforma en marcha.
“El proyecto de ley, en su versión actual, contiene elementos que pueden dañar seriamente los flujos de comercio e inversión entre nuestras dos economías”.
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