Hacienda ya se está preparando para dirigir la política económica a través de reales decretos. No es una novedad. El incremento de las pensiones, del salario mínimo o la prórroga de los límites de exclusión de la tributación por módulos se aprobaron a finales del año pasado a través de decretos. En condiciones normales, estas medidas se hubieran incluido en los Presupuestos Generales del Estado.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ya contempla que es muy probable que deba llevar al Congreso reales decretos que incluyan la subida del sueldo de los funcionarios y la actualización de las entregas a cuenta que las comunidades autónomas reciben de la Administración en cumplimiento del sistema de financiación.
Son decisiones que incrementarán el gasto. Aun así, la ausencia de Presupuestos sí tendrá consecuencias para el bolsillo de los españoles. Por ejemplo, sin apoyos para sacar adelante las cuentas no se aprobará la rebaja del IRPF que el Ejecutivo pactó con Ciudadanos y que contemplaba que las rentas inferiores a 14.000 euros no pagaren el impuesto. También se ha quedado en suspenso la rebaja del IVA del 21% al 10% a las entradas de cine.
La ausencia de estas rebajas tributarias puede facilitar el cumplimiento del objetivo de déficit. España cerró el año pasado con un desfase en torno al 3,1% del PIB y debe reducir esta cifra al 2,2% este año y al 1,3% en 2019. No es un reto sencillo. BBVA Research emitió ayer un informe en el que señala que sin cambios en la política fiscal, el déficit público cerrará este año en el 2,3%, una décima por encima del objetivo y, en 2019, en el 1,7%, cuatro décimas más que el objetivo. Ello significa que el Gobierno debería aplicar ajustes, algo improbable en el contexto actual en el que el Ejecutivo ve como Ciudadanos le arrebata base electoral.
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