Román Escolano, nombrado nuevo ministro de Economía ayer por Mariano Rajoy para suceder a Luis de Guindos, deberá concentrar gran parte de sus esfuerzos en vigilar el flanco comunitario para prevenir o evitar cualquier zarpazo de unas instituciones comunitarias que todavía observan a la economía española de reojo.
El propio Guindos recomendaba tras anunciar su salida hacia el BCE que la persona elegida para sustituirle deberá «entender perfectamente los planteamientos de Bruselas». Tras asistir por última vez a una reunión del Ecofin en la capital comunitaria, Guindos aconsejaba al futuro titular de Economía que sea consciente de que «las decisiones europeas suelen tomarse por consenso».
Escolano cumple a la perfección el perfil recomendado por Guindos porque lleva más de tres años y medio como vicepresidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), donde se ha granjeado una buena reputación como tecnócrata serio y riguroso. El antiguo presidente del ICO llegó al brazo financiero de la UE tras la abrupta salida de Magdalena Álvarez, descabalgada del cargo por el Gobierno tras su imputación en el caso de los ERE en Andalucía.
Como vicepresidente del BEI, Escolano ha despachado con frecuencia con la Comisión Europea y con los altos cargos de Bruselas, que ahora seguirán siendo sus principales interlocutores como ministros de Economía.
España se encuentra todavía sujeta a un proceso de déficit excesivo al ser el único país de la zona euro, junto a Francia, por encima del 3%. Debía cerrar el año pasado con un déficit del 3,1% y todo indica que esta vez sí que cumplió. De hecho, los números rojos podrían situarse por debajo de ese nivel, lo que iniciaría el camino para abandonar el proceso de déficit excesivo.
En cualquier caso, el compromiso del Gobierno es seguir rebajando los números rojos hasta el 0,5% al final de la legislatura. Mantener las cuentas en orden no será sencillo en un clima político preelectoral, donde la tentación de incrementar el gasto público y bajar los impuestos es elevada.
España también figura entre los países con desequilibrios macroeconómicos, una clasificación que ha sido ratificada este miércoles por la Comisión Europea.
En clave interna, el nuevo ministro de Economía tendrá el reto de afianzar el crecimiento económico en un contexto en el que los vientos de cola que han beneficiado a España hasta ahora empiezan a virar. El incremento del precio del crudo es un ejemplo de ello. La previsible ralentización de la economía puede frenar la creación de empleo.
A pesar de la reducción del paro, la precariedad laboral y la desigualdad económica son factores que impiden que los beneficios de la recuperación lleguen a todas las capas de la sociedad. El Gobierno repite que ha llegado el momento de elevar los salarios, sin embargo, ello de momento no sucede o los incrementos son exiguos.
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