España sale de la crisis sin resolver el principal problema del mercado laboral desde los años ochenta: la temporalidad. España ha recuperado buena parte del empleo perdido durante la crisis -aunque aún le faltan 1,2 millones de afiliados a la Seguridad Social para recuperar el nivel de 2007-, pero lo ha hecho a costa de mantener una elevada tasa de temporalidad. Tanto es así que al cierre de 2017 era, con mucho, la más alta de toda la Unión Europea.
Los datos los facilitó Eurostat y sitúan su tasa en el 26,8%, casi el doble que el promedio entre sus socios europeos, donde el 14,5% de los asalariados tienen contrato temporal. Los siguientes países con niveles más altos son Polonia (26,1%), Portugal (22%), Holanda (21,5%) y Croacia (20,6%). En el extremo contrario, esto es, donde el trabajo tiene un horizonte más estable -aunque eso no quiere decir que alguno pueda tener paro elevado-, destacan Rumanía (1,2%), Lituania (1,7%), Letonia (3%), Estonia (3,1%), Bulgaria (4,4%) y Reino Unido (5,6%).
Esta problemática afecta de manera especial a los jóvenes. En España, según la agencia estadística de la UE, entre los trabajadores de 15 a 24 años de edad prácticamente tres de cada cuatro (el 73,9%) tiene un empleo temporal. Le siguen Eslovenia (71,6%), Polonia (68,2%), Portugal (65,9%), Italia (61,9%), Croacia (60,8%) y Francia (58%), en cualquier caso, muy por encima de la media comunitaria del 43,9%.
Entre la población laboral de mediana edad, de 25 a 54 años, la temporalidad es más reducida -el 12,2% de media en la UE-, mientras que en los más cercanos a la jubilación cae más -el 6,7% hasta los 64 años-. Eso sí, entre las mujeres europeas la proporción es mayor que en los hombres -14,8% frente a 13,8%-, y ocurre igual en los países del euro frente al resto -16% respecto a 14,5%-.
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