Preocupación y pesimismo. Ese es el sentir generalizado de los exportadores españoles ante la guerra comercial que inició EE UU con la imposición de aranceles a las exportaciones de acero y aluminio de la UE, China, México y Canadá y cuya primera respuesta ha sido la aplicación en dos fases de aranceles por parte de la UE a las exportaciones de EE UU. Los otros tres países también apuntan a medidas en ese sentido.
¿Qué impacto puede tener en el comercio exterior español? Antonio Bonet, presidente del Club de Exportadores e Inversores Españoles, recalca que tendría unas consecuencias nefastas para el tejido exportador español. “Una guerra comercial es mala para todos: exportadores, importadores, consumidores e incluso para la recaudación fiscal. Lo que sí que tenemos claro es que, si nos amenazan y nos ponen aranceles, como ha hecho EE UU, no nos podemos permitir no responder. Somos partidarios de que la Comisión Europea, que es la que tiene competencias frente a la imposición de aranceles que no están justificados y no encajan en los acuerdos internacionales de comercio, responda”, recalca. Frente a los aranceles al aluminio y al acero de la UE, la Comisión Europea ya ha respondido con recargos por valor de 6.400 millones de euros en dos fases: la primera afecta a 200 productos, que se verán gravados con un arancel del 25%, y entró en vigor el pasado 22 de junio.
El impacto de esa medida será de 2.800 millones. La segunda, por valor de 3.600 millones, solo la podrá aplicar tres años después o siempre que la Organización Mundial de Comercio tumbe los recargos de EE UU. Bonet señala que una primera consecuencia sería un retroceso del comercio mundial. “Cuando se está en una guerra comercial, desviar la exportación a otro país no es tan fácil. Supongamos que a una empresa española se le cierre el mercado de EE UU por los aranceles y decide desviar sus ventas a Canadá. En primer lugar, es un mercado mucho más pequeño y no tiene capacidad para absorber esa demanda. Y, en segundo lugar, la normativa de la Organización Mundial de Comercio permite poner barreras en situaciones excepcionales para evitar que se hunda la industrial local. Y esta lo sería”, recalca.
Un segundo impacto sería un aumento del desempleo tanto en los países exportadores como en los importadores. “Para montar una fábrica de automóvil en EE UU que compense la perdida de exportaciones desde Alemania o Japón, se necesitan meses o años. Generará desempleo en el país exportador y en el importador, ya que el empleo no se genera en meses o años”. El presidente del Club de Exportadores también avisa de malas consecuencias para los consumidores. “En la medida en la que se restringe la oferta van a subir los precios. El aluminio o el acero lo compran fábricas que hacen productos intermedios. Estos se van a encarecer y van a provocar una subida de los precios de consumo”.
A ocho meses de la resolución del Brexit, Bonet se muestra preocupado por el desenlace. “Nuestra propuesta es que sea un brexit blando. Hay firmas españolas con grandes beneficios en Reino Unido, que es el principal inversor inmobiliario y el mayor emisor de turistas”, subraya.
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