El final de ejercicio se acerca y los responsables de las entidades, además de preparar las cuentas definitivas de resultados, empiezan a esbozar y plantear los escenarios sobre el reparto de los beneficios entre los accionistas y el aumento de las reservas voluntarias para reforzar la solvencia. Los supervisores ya les han advertido de que no quieren subidas desorbitadas de la parte que se destina a retribuir a los accionistas directamente.
En las últimas semanas los máximos responsables de la supervisión financiera en España han reiterado el mensaje de que, aunque han superado con creces los resultados de las pruebas de esfuerzo y aun reconociendo que los bancos nacionales han hecho importantes esfuerzos para aumentar su solvencia, lo cierto es que la media de todos ellos se coloca en los últimos lugares del promedio de los demás países y que en la comparación con sus iguales no salen bien parados.
Por ello no hacen sino pedirles que refuercen sus posiciones de capital para estar preparados por si las situaciones se tensan, a pesar de que admiten que los bancos, además de aumentar sus recursos propios, han destinado 300.000 millones de euros a provisiones desde el inicio de la crisis hasta ahora.
Los bancos tienen, pues, que encontrar un complejo equilibrio entre qué parte de sus beneficios destinan a retribuir al accionista mediante el dividendo y cuánto se destina a reforzar los niveles de capital. Todos los bancos españoles están dentro de los parámetros fijados por el Banco Central Europeo a la hora de definir la política de dividendos, en la medida en que todos ellos están en la senda de cumplir holgadamente los requisitos de capital que se les exigirán cuando todos los requerimientos regulatorios estén en funcionamiento.
El Mecanismo Único de Supervisión discutió, hace un par de años, cuáles debían ser las condiciones a establecer como garantía de que el reparto de dividendos no supondría un problema para garantizar la solvencia de los bancos. Había dos posibilidades: poner, como puso en marcha el Banco de España en su momento, una limitación porcentual al reparto en metálico del beneficio entre los accionistas (la cifra establecida fue el 25% de los resultados mientras los bancos no alcanzaran unos niveles determinados de capital), o bien examinar si las entidades están en el camino de cumplir con holgura los requerimientos futuros de capital.
Ésta fue la opción elegida y la que se utiliza cuando se habla con las entidades acerca de hasta dónde deben repartir dividendos. La nueva cúpula del Banco de España se rige por este último criterio, como no puede ser de otra forma, pero tiene cierta prevención acerca de que, como se está produciendo una recuperación generalizada de los resultados que está permitiendo aumentar la rentabilidad de las entidades, éstas decidan tener un gesto algo mayor para compensar de los años pasados a los accionistas y decidan aumentar el pay out de manera no aconsejable.
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