El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dijo que la institución mantiene su decisión de poner fin a su programa de compra de activos al término de diciembre, de modo que las adquisiciones cesarán en enero, pese a los datos económicos más débiles de lo esperado. No obstante, Draghi añadió en una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo (PE) que «se mantendrá un nivel significativo de estímulos monetarios» tras el fin del este programa para apoyar el alza de la inflación.
Draghi señaló que la inflación nominal aumentó en octubre una décima, hasta el 2,2%, pero la inflación subyacente -que incluye el efecto de los precios de energía y alimentos frescos- se mantiene «débil», aunque ha aumentado desde las cotas bajas previas. En este sentido, dijo que hay «buenas razones para confiar en que la inflación subyacente aumentará gradualmente» en adelante apoyada en la fortaleza de la demanda interna y el aumento de los salarios.
Así, el BCE confía en que la inflación convergerá hacia el objetivo de la institución de situarla en cotas cercanas pero inferiores al 2% y «se mantendrá aun después del fin gradual» del programa de compra de activos. Por lo tanto, el Consejo de Gobierno del BCE, a la espera de que los próximos datos confirmen sus expectativas, mantiene sus planes de acabar con el programa de compra de activos al cierre de diciembre, indicó Draghi.
El BCE redujo en octubre sus compras a la mitad, a 15.000 millones de euros mensuales. Con todo, Draghi insistió en que las «incertidumbres» actuales llaman a ser «pacientes, prudentes y persistentes» a la hora de calibrar la política monetaria, y reiteró que el BCE mantendrá un nivel significativo de estímulos para apoyar la mencionada alza de la inflación. Esta será proporcionada a través de la orientación de los tipos de interés y por la «gran cantidad de activos adquiridos y las reinversiones asociadas», dijo.
La entidad monetaria presta a los bancos semanalmente al 0% y les cobra un 0,4% por el exceso de reservas. El BCE mantiene así su política pese a la ralentización del crecimiento en la eurozona que Draghi consideró «normal» y en cierta medida «temporal».
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