La recuperación que la economía comenzó en 2013 ha supuesto una reactivación del absentismo laboral. Sobre todo, por las bajas por enfermedad común, que son todas aquellas patologías que no se producen como consecuencia del trabajo desempeñado. Por ejemplo, la gripe, un traumatismo por hacer deporte, las migrañas, el dolor de espalda, las depresiones que no se deben al trabajo u otro tipo de causas. En todo caso, es un problema muy grave para las empresas y, en general, para la economía. Tan grave es el problema que su coste en 2016 ascendió a 75.874 millones de euros, lo que supone un incremento del 23,6% respecto a 2015 y la cifra más alta de los últimos cinco años.
Es decir que, por esta razón del absentismo laboral, el año pasado España dejo de generar una riqueza equivalente al 6,9% del Producto Interior Bruto (PIB). «El crecimiento económico puede llevar consigo que, en la correspondiente proporción, esté descendiendo el miedo a perder el trabajo y se esté haciendo en mayor medida [que antes de la crisis] un uso indebido de esta prestación».
Éstas son las conclusiones del informe detallado, y que acaba de elaborar AMAT, la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo, entidades colaboradoras de la Seguridad Social en la protección de los trabajadores, perteneciente a la patronal CEOE.
La cifra de 75.874 millones de euros es el resultado de la suma de las siguientes cantidades: 64.603 millones de euros responden al valor de los bienes «que se han dejado de producir y prestar» el año pasado por los 913.019 trabajadores que, en ese periodo, faltaron todo el año a su puesto de trabajo. La cifra de empleados con absentismo se obtiene teniendo en cuenta el número de procesos de baja iniciados anualmente, así como la duración en días de los casos, tanto entre los asalariados como entre los autónomos.
El año pasado ascendió a 4.579.773 el número de procesos de lo que también se conoce como Incapacidad Temporal por Contingencias Comunes. Esta cifra representa un incremento del 16,4%. Si se divide por regímenes de la Seguridad Social, la incidencia media por cada 1.000 trabajadores fue del 21,70% entre los asalariados, lo que supone un incremento del 5,8% respecto a 2015, y el nivel más elevado desde 2011. Entre los autónomos, el nivel de incidencia fue del 9,17%.
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