El impuesto de matriculación, que se paga al comprar un coche, recaudó el año pasado más de 513 millones de euros, un 31,6% más que el año anterior, según los datos publicados este martes por la Agencia Tributaria. Se trata del mayor aumento desde que hay registros. La caída en las ventas de vehículos diésel en detrimento de la gasolina, la moda de los todoterrenos urbanos (SUV), con más cilindrada, y el nuevo protocolo para medir las emisiones, explican el incremento histórico.
El sector del automóvil está inmerso en una auténtica revolución. El estallido del dieselgate —el caso que evidenció en septiembre de 2015 el fraude de los datos de emisiones— aceleró la transformación tecnológica y los cambios sociales. El mercado español no es ajeno a esta evolución. El año pasado por primera vez en mucho tiempo se vendieron más coches de gasolina que diésel. La cilindrada media de los automóviles aumentó y más coches tuvieron que pagar el impuesto de matriculación por superar el nivel mínimo de emisiones a partir del que hay que tributar (120 gramos de CO2 por kilómetro).
La estadística sobre el impuesto de matriculación difundida por la Agencia Tributaria permite construir una precisa radiografía sobre el mercado del automóvil en España. El año pasado se vendieron 1.362.387 coches, un 7% más que el ejercicio anterior. La cifra de automóviles matriculados sigue lejos del máximo de 2006, cuando se vendieron 1.516.271 vehículos. El 58,3% de los coches matriculados el año pasado eran gasolina, frente al 41,7% de diésel. Para hacerse una idea del cambio que vive el sector, en 2017 la proporción era exactamente inversa.
Las cifras de Hacienda muestran, además, que hasta el año pasado había más vehículos exentos de gasoil que de gasolina, que suele afrontar un tramo superior del impuesto. Uno de los datos que mejor explican el fulgurante aumento de la recaudación de este impuesto es el número de coches que tuvieron que tributar. Hasta hace dos años solo uno de cada cuatro (alrededor de un 25%) estaba gravado, el resto (el 75%) quedaba exento al emitir menos de 120 gramos de CO2. Pero el año pasado estas proporciones cambiaron. El 31,6% de los automóviles comercializados el año pasado tuvo que abonar el impuesto.
Detrás de esta variación se esconde el cambio impulsado por la Comisión Europea en el protocolo de emisiones. Desde septiembre se aplica el WLTP, un nuevo método para medir de forma más real las emisiones de los vehículos, que tiene en cuenta no solo el comportamiento en laboratorio, sino también en situaciones más estresadas. No obstante, el Gobierno evitó el gran golpe al aplazar hasta 2021 el grueso impacto fiscal de la nueva ley de emisiones. No obstante, la nueva normativa aumentó hasta un 5% el impuesto de matriculación. De hecho, la emisión media por vehículo creció el año pasado hasta los 119 gramos de CO2, dos más que el ejercicio precedente.
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