El gasto en prestaciones y subsidios por desempleo ascendió en 2018 a 17.469 millones de euros. Esto supuso que la senda de fuertes recortes en este tipo de gasto que se inició en 2013 se frenó en seco el pasado año. El hecho de que estén volviendo a quedarse en paro trabajadores que, durante los cinco años de recuperación del empleo, han vuelto a reunir derechos para el cobro de estas prestaciones apunta a ser la principal causa de este frenazo en la reducción del gasto.
La mejora del empleo había propiciado que el gasto en prestaciones y subsidios registraran recortes anuales de entre el 9% y el 16% entre 2013 y 2016. En 2017 el ahorro en estas prestaciones ya se desaceleró y limitó la caída del gasto al 6,2% y el pasado año el coste de estas ayudas solo bajó cinco millones de euros, lo que equivalió a un 0,02% menos.
El motivo de que este gasto haya dejado de reducirse fue claramente el incremento del gasto de la parte de las prestaciones contributivas, aquellas que se reciben en relación con lo cotizado por desempleo y que se cobran por un periodo mínimo de 4 meses y un máximo de dos años. Siempre que se haya cotizado un mínimo de un año para el periodo mínimo de cobro y un máximo de seis años, para recibir la prestación durante dos años.
Así, el gasto en prestaciones contributivas se incrementó en 2018 por primera vez en seis años. El ejercicio pasado se emplearon 11.502 millones de euros, un 3,5% más que en 2017, después de que esta parte contributiva del gasto en desempleo hubiera bajado consecutivamente todos los años desde 2013. Por ello la vuelta al desempleo de trabajadores con derechos a prestación contributiva se presenta como la principal causa de que el gasto global en desempleo haya dejado de bajar considerablemente.
Y lo mismo ocurrió con el número de beneficiarios de estas prestaciones. En general los perceptores de estas ayudas (contributivas y asistenciales) se redujeron en 2018 un 3% hasta los 1.804.668 beneficiarios. Se trató del sexto año consecutivo en el que se reducía este colectivo. Sin embargo, analizando en detalle a estos perceptores se observa que aquellos que cobraron la prestación contributiva también aumentaron en 2018, por primera vez en seis años. En concreto se incrementaron en el último año un 3,3% hasta sumar 751.172 personas.
Por el contrario, durante el pasado año, la otra parte que conforma el gasto en desempleo –los subsidios asistenciales– siguieron descendiendo y sus beneficiarios también. Según los datos de Trabajo, el gasto en estas ayudas no contributivas (incluyendo la renta activa de inserción ni el programa de activación por desempleo) ascendió el pasado año a 5.965 millones, un 6% menos que el año anterior. Asimismo, el número de perceptores de subsidios asistenciales se redujo un 7% hasta poco más del millón de beneficiarios.
No obstante, el gasto total en desempleo volvió a estar el pasado año muy por debajo de lo presupuestado inicialmente, ya que la previsión inicial fue haberse gastado 23.600 millones, con lo que el Servicio Público de Empleo (SEPE) se ahorró poco más de 6.130 millones.
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