Los grandes países de la Unión Europea han lanzado este año medidas para estimular sus economías. Ante las tensiones políticas y sociales y el impacto en las exportaciones de las guerras comerciales, Bruselas constata que, junto con la creación de empleo, unas políticas más expansivas permitirán que los socios de la UE sigan creciendo a un ritmo del 1,5%, y los del euro, del 1,3%. Alemania, Francia y Holanda, con una posición fiscal más que cómoda, lideran esos planes, mientras que Italia sigue con unas medidas que rayan el incumplimiento de la normativa comunitaria.
La época de los celebrados vientos de cola, que llevaron a Europa a crecer por encima de Estados Unidos, han quedado atrás. En su lugar, hoy debe emplear su propia gasolina. Eso significa poner primero la casa en orden. “Ya va siendo hora de que reduzcamos los riesgos políticos”, viene advirtiendo el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno. Y segundo, apoyar la expansión en la demanda interna gracias al crecimiento del empleo, los salarios y la expansión fiscal que han emprendido varios países.
La Comisión Europea ha constado que en 2019 los presupuestos de la zona euro han cambiado de rumbo al adoptar un tono “ligeramente expansivo”. Eso se traduce en un incremento global del gasto y un deterioro del déficit estructural (el que excluye el ciclo) de 0,3 puntos, sobre todo por Italia, Alemania y Holanda. Fuentes del Ejecutivo comunitario recuerdan, no obstante, que esos datos pueden ser más abultados porque todavía no recogen las medidas adoptadas por Emmanuel Macron para intentar atajar la crisis de los chalecos amarillos.
Según los presupuestos de esos países, Alemania aumentará el gasto en un 0,5% de su Producto Interior Bruto (PIB), que destinará a educación y vivienda y a incentivos y reducciones fiscales. En Holanda, las medidas pasan por rebajar el impuesto de la renta y destinar 8.000 millones de euros a innovación, defensa, seguridad e infraestructuras.
Ambos países estaban llamados por la Comisión Europea a aprovechar sus colchones fiscales para invertir. “La política fiscal en la eurozona debería ser idealmente anticíclica”, sostiene Christian Odendahl, economista jefe del Centre for European Reform. “El problema es que muchos planes de gasto no tienen en cuenta la orientación anticíclica. Más bien, son el resultado de la presión política, por ejemplo, en Francia o Italia”, sostiene Odendahl.
El plan de medidas de Francia asciende a unos 10.000 millones de euros y, según las previsiones publicadas por la Comisión Europea, “podrían materializarse más rápidamente de lo esperado”. España también incrementará el gasto y ha decidido una subida del salario mínimo que, si bien podría ralentizar la creación de empleo, supondrá mayores ingresos para los hogares. Italia es un caso aparte. Su plan, aceptado a regañadientes por Bruselas, podría quedar anulado por la desconfianza de los mercados.
Las últimas previsiones de la Comisión también identifican hasta 18 países de dentro y fuera de la zona euro que han adoptado medidas para apoyar el crecimiento, desde el Reino Unido hasta Estonia. Entre ellos también están los países del Este, de los que se espera que aceleren las inversiones gracias a un uso más intensivo de los fondos comunitarios. “Algunos países, como Alemania u Holanda, tienen mucho espacio fiscal. Pero hay otros países en los que, en caso de que hubiera una recesión, sería más complicado que pudieran seguir con esas políticas”, advierte Grégory Claeys, investigador en Bruegel.
Odendhal considera “cuestión de suerte” que esos planes hayan llegado cuando la economía toma una senda descendente una vez que el Banco Central Europeo (BCE) ya ha empezado la retirada de su política expansiva con el fin del programa de adquisición de activos (APP, por sus siglas en inglés). “Hay una expansión moderada en curso, pero no será suficiente para compensar la desaceleración de la demanda externa”, considera el economista y exsecretario del Tesoro italiano Lorenzo Codogno, quien además recuerda que, en el pasado, esos planes de expansión no fueron demasiado “efectivos en su ejecución”.
Esas mismas dudas las expresa la Comisión Europea en su último informe de previsiones. Bruselas opina que muchos de esos planes van a tener un efecto temporal y limitado. Y, en el caso de los aumentos salariales, considera que el deterioro de la confianza del consumidor puede llevar a que el aumento de la renta disponible lleve a ahorrar en lugar de gastar más. Además, esos planes se han realizado sin coordinación entre Estados, lo que llevó a Centeno a llamar a “diseñarlos con mucha prudencia” y en coherencia con las políticas de la zona euro. No es algo que, salvo en el caso de Italia, encienda todavía las alarmas de Bruselas, que espera un repunte de la actividad en el segundo semestre.
Powered by WPeMatico