El Banco de España ha ratificado este miércoles su previsión de que la economía española crecerá este año el 2,2 %, aunque ha disminuido una décima la contribución de la demanda nacional a ese crecimiento y ha aumentado otro tanto la aportación de la demanda externa. En su Informe trimestral, el supervisor también mantiene que el crecimiento económico se moderará hasta el 1,9 % en 2020 y el 1,7 % en 2021.
La entidad prevé que la economía española siga creciendo gracias a las mejoras competitivas logradas desde la crisis, el «tono acomodaticio» de la política monetaria, la buena situación patrimonial de empresas, familias e instituciones financieras, y la fiscalidad expansiva del actual Gobierno. Sin embargo, también espera que la desaceleración iniciada hace tres años vaya siendo más intensa de lo previsto por el Gobierno a medida que se vayan agotando los efectos positivos de la política monetaria, se modere el consumo de los hogares y la política fiscal tienda a tener un efecto más neutro.
El Gobierno coincide con el Banco de España en su proyección de crecimiento para este año, si bien para el próximo año el Ejecutivo estima un avance del 2,2 % (tres décimas más que el supervisor) y del 2,1 % en 2021 (cuatro décimas más). Para mantener sus previsiones respecto a las de diciembre, el banco central explica que la demanda nacional contribuirá con 2,3 puntos al crecimiento de la economía (una décima menos de lo calculado, ya que parte del consumo de los hogares se convertirá en ahorro).
Por el contrario, la demanda exterior neta sólo restará una décima al crecimiento económico (frente a las dos décimas calculadas previamente). En cuanto al mercado laboral, cree que la tasa de paro será una décima más baja de lo previsto para este y los próximos dos años, situándose en el 14,2 %, 13,2 % y 12,3 %, respectivamente. El supervisor también espera un repunte de los costes salariales que, a su vez, elevarán la inflación, de forma que la subyacente (sin alimentos ni energía) aumentará gradualmente desde mediados de este año, tras la moderación con que ha arrancado 2019.
De esta forma, el índice general, que el año pasado quedó en 1,7 %, se situará en el 1,2 % en 2019, 1,5 % en 2020 y 1,6 % en 2021, lo que supone bajar en cuatro décimas la previsión para este año (y una décima en los siguientes) debido a que la evolución reciente de los precios ha sido menos dinámica de lo anticipado en diciembre. Para el Banco de España, ello se debe a que la traslación a precios de los aumentos salariales recientes está teniendo lugar de forma más contenida que en el pasado.
Entre los riesgos que el supervisor observa en el ámbito internacional a corto plazo destaca la indefinición de los detalles relativos al proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea y la incertidumbre sobre la posible adopción de nuevas medidas proteccionistas a nivel global. A nivel interno, destaca la moderación del consumo de los hogares y la incertidumbre sobre la futura orientación de las políticas económicas y, en particular, de la reanudación del proceso de consolidación fiscal, necesario, según el Banco de España, para reducir la vulnerabilidad de la economía.
Con ese mismo objetivo, recomienda que los agentes económicos «internalicen» las circunstancias concretas de cada sector o empresa a la hora de fijar precios y salarios, velando por mantener las mejoras competitivas que han estado en el origen de la recuperación.
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