En un cuarto y último intento de Theresa May por sacar adelante su plan de salida de la Unión Europea, la jefa del Gobierno británico ha dicho que permitirá a la Cámara de los Comunes votar sobre la necesidad de que haya un nuevo referéndum para ratificar el acuerdo del Brexit.
May, durante un discurso en Westminster, lanzó su oferta final para conseguir que la oposición laborista apoye la Ley del Brexit, que será llevada a la Cámara de los Comunes a comienzos de junio. Esta propuesta legislativa incluirá dos novedades claramente destinadas a ganarse el respaldo de los defensores de un Brexit blando y de los que quieren dar marcha atrás al proceso.
Por un lado, dará al Parlamento la capacidad de decidir si Reino Unido puede seguir en la unión aduanera tras el Brexit, algo que viene pidiendo el líder laborista Jeremy Corbyn para evitar controles aduaneros en los intercambios comerciales con el resto de la UE. En segundo lugar, también establece que los Comunes tendrán la posibilidad de determinar si es necesario un referéndum en que los británicos voten si quieren dejar la UE según lo acordado.
«He escuchado cuidadosamente a quienes vienen defendiendo un segundo referéndum», indicó May en su intervención. «He dejado mi opinión clara muchas veces. No creo que sea una ruta que debamos tomar, porque creo que deberíamos implementar el resultado del primer referéndum, no pedir a la gente que vote por segunda vez. Pero reconozco la fortaleza del genuino y sincero sentimiento en la Cámara en este asunto importante.
Por tanto, el Gobierno incluirá en la Ley de salida de la UE un requerimiento para votar sobre la necesidad de convocar un segundo referéndum. Esta decisión debe tener lugar antes de que el acuerdo de salida pueda ser ratificado. Si la Cámara de los Comunes fuera a votar en favor de un referéndum, estaría requiriendo al Gobierno la preparación de esta consulta». Dirigiéndose a los diputados que quieren otro plebiscito, May concluyó: «necesitáis que la Ley de salida sea aprobada para poder conseguirlo».
Se trata de un procedimiento enrevesado, ya que para llegar al referéndum habría que pasar dos votaciones. Una para aprobar la Ley del Brexit, y la segunda para determinar si hace falta la consulta antes de implementar el divorcio. De momento, ninguna de las dos propuestas tiene visos de salir adelante en el Parlamento.
No está claro que estas medidas vayan a atraer muchos votos entre laboristas y otros partidos de la oposición como los liberales o los nacionalistas escoceses. Los liberales han calificado de «trampa» la propuesta de May. Y, además, puede hacer que el ala euroescéptica de los conservadores y el Partido Unionista Irlandés vuelvan a votar en contra. Para estos diputados, la única concesión de la primera ministra consiste en introducir en la Ley una obligación para que el Gobierno acabe con la salvaguarda sobre Irlanda del Norte antes de diciembre de 2020, y para que impida cualquier diferenciación regulatoria entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido.
Otro factor que puede hacer difícil la aprobación del plan de May es la celebración este jueves de elecciones al Parlamento europeo en Reino Unido. Un buen resultado en estos comicios del partido del Brexit, liderado por Nigel Farage y que pide una salida sin acuerdo de la UE, podría engordar la facción de los conservadores que rechaza el acuerdo de la primera ministra.
Si el cuarto intento es rechazado, muchos esperan la dimisión de May, quien podría ser sustituida por un líder conservador partidario de un Brexit más duro, como Boris Johnson.
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