España mantiene el puesto 36 en la nueva edición del ránking de competitividad mundial elaborado por el IMD, que analiza 63 países. Sin embargo, comparado con el resto de las mayores economías de Europa, España se sitúa a la cola, solo por delante de Portugal (en el puesto 39) o Italia (en el 44).
El principal problema de la economía española es que no maneja “su competitividad, no tiene una estrategia económica”, afirma Arturo Bris, profesor del IMD y director del Centro de Competitividad Mundial del IMD. Como resultado, ha sido el país europeo, a excepción de Malta, cuya productividad creció menos en el último año. Bris achaca esta situación a que el diseño industrial de España “no es el adecuado”.
“Invertimos en sectores que no son productivos”, subraya. Por ejemplo, hay un exceso de ingenieros, que son formados en España y exportados a otros países, mientras que no hay un centro especializado en la formación del sector hostelero, a pesar de la importancia del turismo en la economía de España.
Otra de las principales cuestiones que relegan al país al puesto 36 es la educación universitaria y el gasto total en educación. El informe sitúa ambos aspectos entre las principales debilidades en el ámbito de las infraestructuras, uno de los cuatro grandes ejes que mide este estudio, junto a los resultados económicos, la eficiencia empresarial y la gubernamental.
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