Boris Johnson ya es el sucesor de Theresa May gracias a su victoria en las primarias del Partido Conservador británico. El resultado, esperado por otra parte, convierte en primer ministro desde mañana miércoles a un euroescéptico veterano que durante toda la campaña de primarias ha expresado su intención de llevar a cabo la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) el 31 de octubre con un “todo o nada”.
En su discurso de agradecimiento después de conocer su victoria se ha referido al Brexit con estas palabras: “El Partido Conservador demostrará su habilidad histórica para equilibrar dos instintos enfrentados: el deseo de mantener una relación cercana con la Unión Europea y el deseo de que este país se pueda autogobernar democráticamente”.
Johnson pretende renegociar un nuevo acuerdo de retirada y renunciar al firmado por su antecesora May y la UE, y que el Parlamento británico rechazó tres veces, con el objetivo de que el país “esté más preparado”. El problema es que la UE no está dispuesta a modificar los términos del Brexit. “Esperamos trabajar de manera constructiva con el primer ministro para facilitar la ratificación del acuerdo de retirada y lograr un Brexit ordenado” ha afirmado el negociador comunitario Michel Barnier.
Como mucho puede negociarse, según el representante de la UE, “una declaración política” que se agregaría al acuerdo. Un poco antes, el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Frans Timmermans, recalcó que “el Reino Unido llegó a un acuerdo con la UE y ésta se ceñirá a ese acuerdo”, aunque añadió que “escucharemos lo que el primer ministro tenga que decir cuando venga a Bruselas”.
Las reacciones del mundo económico tras la elección de Boris Johnson no se hicieron esperar. “Con la elección de Johnson como líder conservador y primer ministro, la probabilidad de un compromiso parece ser menor que antes”, ha señalado la agencia Moody’s. Esta entidad confía en que el Parlamento de Londres acuerde una alternativa al acuerdo actual con la UE porque la larga incertidumbre conlleva riesgos para la solvencia y volatilidad al frenar la inversión a largo plazo, el comercio y las decisiones económicas. Lo que ocurre es que el Parlamento suspende mañana día 25 sus actividades por las vacaciones estivales y no reanudará sus sesiones hasta el 3 de septiembre.
Los analistas económicos recuerdan que la economía británica está atravesando una etapa dura debido, precisamente, a la incertidumbre en la que vive desde el referéndum de 2016. El crecimiento del PIB encadena cuatro años consecutivos por debajo del 2%. La industria y la construcción están afectadas por la falta de inversión y la confianza empresarial y de los consumidores están a la baja desde hace meses. El gran estreno internacional de Boris Johnson tendrá lugar en la cumbre del G-7 a finales de agosto. Es previsible, asimismo, que se reúna con los líderes de la UE en las próximas semanas.
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