Mario Draghi presidirá hoy por última vez el consejo de gobierno del BCE, a pocos días de que concluya su mandato como presidente de la institución, el 31 de octubre. Quien será recordado por haber salvado el euro en el verano de 2012 en pleno incendio de la deuda soberana de la zona –y también por haber adentrado a la economía de la región en el polémico e inexplorado terreno de los tipos de interés negativos– se marcha dejando el camino marcado a su sucesora, la francesa Christine Lagarde.
El BCE aprobó en la pasada reunión de septiembre un amplio paquete de estímulos que ha definido cuál es el límite de actuación de la institución después de años de interminables estímulos extraordinarios que han terminado por romper la unanimidad en la toma de decisiones y por restar efectividad a sus medidas.
Draghi imprimió su sello a lo aprobado en septiembre, una batería de medidas necesarias para afrontar la evidente desaceleración. Y después de aquello, no se esperan novedades para la reunión de hoy, más allá del diagnóstico que deje el banquero italiano de la salud de la economía de la zona euro y de los mensajes para su sucesora.
La hoja de ruta para Lagarde está definida: el BCE dibujó en septiembre un largo horizonte de tipos cero, vinculados a la evolución de la inflación y sin fecha alguna para una eventual subida; las compras de deuda se reanudarán a partir de noviembre por 20.000 millones de euros mensuales hasta poco antes de que suban los tipos; la facilidad de depósito queda aún más baja, en el -0,5% y los bancos podrán verse liberados, a partir del 31 de octubre, de parte de la penalización por su exceso de reservas. Además, se han retomado las inyecciones de liquidez a la banca condicionadas al crédito (TLTRO III).
Después de ocho años en la presidencia del BCE, Draghi deja en herencia un recorte de 125 puntos básicos en la facilidad de depósito, de 150 puntos en el tipo de interés, compras de deuda por más de 2,6 billones de euros, tres rondas de liquidez bancaria ligada a la concesión de crédito y el sistema de tiering con el que aliviar en parte a los bancos por los tipos de interés negativos.
También deja un BCE que no ha logrado su objetivo en materia de inflación y con fuertes discrepancias internas, aireadas tras la última reunión por parte de los gobernadores centrales de Alemania, Francia, Austria y Holanda, en especial en relación con la reanudación de las compras de deuda. “Las públicas discrepancias minan la credibilidad y serán uno de los retos para Lagarde desde el principio”, apuntan desde Bank of America, donde no prevén reacción alguna del mercado de la reunión de hoy. “El último paquete de medidas del BCE ha comprado tiempo y los inversores están esperando a la llegada de Lagarde”, añade el banco.
Draghi dará hoy también su última rueda de prensa como presidente del BCE. Previsiblemente afrontará cuestiones como la división interna –exagerada en opinión de Citi, y la forma de los banqueros centrales de hacer oír su voz ante la llegada de Lagarde, según Pimco–, la ínfima petición de liquidez en la subasta TLTRO III de septiembre o los límites que se va a encontrar el BCE para continuar con las compras de deuda. Los expertos también aguardan un nuevo, y último, llamamiento de Draghi a los gobiernos de la zona euro con margen fiscal para que eleven el gasto público, en un intento de que la política presupuestaria dé el relevo a la monetaria.
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