Es la cruda radiografía de la escuela de negocios suiza IMD en la sexta edición del Ranking de Talento Mundial, que se publicó ayer. Los datos sorprenden aún más porque en cambio Europa es una cantera de talentos. Nueve países europeos ocupan los diez primeros lugares de la tabla. En efecto, pese al declive de su peso e influencia en la economía global, el Viejo Continente todavía puede presumir de tener el capital más valioso: el humano.
En particular, se confirma el liderazgo de los países medianos y pequeños europeos, que comparten grandes niveles de inversión en educación y alta calidad de vida. El cálculo, que se basa en datos recogidos en 63 economías y tras consultar a 6.000 ejecutivos, premia a Suiza, que se sitúa a la cabeza, destacando en áreas tales como el aprendizaje, la infraestructura sanitaria, la remuneración, la atracción de trabajadores extranjeros altamente cualificados y la educación universitaria y empresarial.
En segundo lugar, Dinamarca, que brilla en la administración de justicia, mientras que Suecia ocupa el tercer lugar gracias al gasto público total en educación (como porcentaje del PIB) y la priorización del sector privado en atracción/retención del talento. El top ten lo completan Austria (4.º), Luxemburgo (5.º), Noruega (6.º), Islandia (7.º), Finlandia (8.º), los Países Bajos (9.º) y Singapur, único país no europeo entre los primeros diez.
No obstante, el estudio pone de relieve una gran fractura entre Norte y Sur de Europa. Porque Portugal, España, Italia y también Francia ocupan posiciones muy alejadas de la cabeza. Al mismo tiempo, los países europeos con mejor capital humano no son necesariamente siempre los más competitivos a nivel mundial, escala en la que destaca Estados Unidos. ¿Cómo se explican estas diferencias?
“Hay que calcular un efecto de brain drain, de migración de talento desde Europa hacia otros lugares, como por ejemplo Estados Unidos”, indica el economista José Caballero, del IMD. Europa produce personas con talento, pero muchas hacen la maleta. De hecho, el centro ha comprobado que los dos únicos países europeos que consiguen no sólo atraer talento desde fuera sino retener el local son Suiza y Suecia.
“Esta fuga podría corregirse, aprovechando la movilidad elevada dentro de Europa y haciendo más visibles las oportunidades existentes”, indica este experto. En cuanto a las diferencias regionales, en el Sur de Europa falta, según Caballero, una mayor actitud proactiva de los más jóvenes (generación millennial) en la búsqueda de ofertas.
En el caso de España, desciende un lugar con respecto al pasado año, hasta el 32.º lugar. Caen tres indicadores: el gasto público en educación por estudiante (39.º), la tasa del impuesto sobre la renta personal (28.º) y la disponibilidad de mano de obra cualificada (31.º). Según los resultados, las fortalezas más destacables de España incluyen las infraestructuras sanitarias (11.º), la exposición a la contaminación por partículas (12.º) así como la calidad de vida (16.º), mientras que se ponen de manifiesto algunas debilidades en la motivación de los empleados y las habilidades lingüísticas (un elemento recurrente en el informe de cada año).
“La falta de motivación se debe a las escasas posibilidades de ascenso profesional, algo que se podría solucionar con programas de formación más efectivos para adquirir las competencias necesarias”, sostiene Caballero.
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