El BCE vuelve a mostrar su inclinación hacia una mayor consolidación del sector financiero, no sólo como vía para paliar las carencias de eficiencia y rentabilidad de la banca, sino también otro de sus grandes hándicap: la limpieza de los balances, que sólo en Europa aún acumulan 900.000 millones de euros en carteras dañadas.
«La reducción de los elevados niveles de activos improductivos es una importante tarea en curso. Si la consolidación se produce mediante fusiones de bancos frágiles de pequeño o mediano tamaño, las instituciones resultantes simplemente serán bancos frágiles mayores. Pero si las entidades débiles son adquiridas por los grupos más fuertes, el proceso ayudará a resolver los problemas de activos improductivos de los bancos absorbidos», indica el BCE, en su último informe sobre Integración Financiera.
Los grupos sanos pueden aportar «nuevas herramientas y mayor capacidad para implementar soluciones», agilizando la realización de los activos de los bancos débiles. Por ello, «no es necesariamente un signo negativo si el nuevo grupo reconoce en los años inmediatamente posteriores a la fusión un mayor nivel de carteras no rentables y de provisiones, que indicarían una activa resolución de los problemas».
El supervisor reconoce, no obstante, los múltiples «obstáculos» que frenan estas operaciones. Entre ellos, la dificultad de los potenciales compradores para valorar la calidad de los activos de los grupos débiles, o los precios a la baja de las eventuales ofertas: «Una adquisición puede no salir adelante porque los actuales accionistas son reacios a ver diluida su participación», dice el BCE.
De cara a aumentar la probabilidad de que un banco débil sea integrado por otro sano, el regulador aboga por fusiones transfronterizas, lo que elevaría el «número de potenciales compradores».
Las directrices del BCE son opuestas a las propuestas en países como España en la crisis. Entre 2009 y 2011, todas las fusiones giraron en torno a uniones de las antiguas cajas, que han fracasado en conjunto, obligando a un rescate público de 50.000 millones. Sin coste para el contribuyente, la compra de Pastor también agudizó las debilidades que comprometen la viabilidad de Popular en solitario.
En la vuelta al sector privado, además, todos los grupos rescatados han sido adquiridos por competidores nacionales, con la excepción, de Abanca, la antigua NCG. El grupo venezolano Banesco se adjudicó el grueso del negocio de las cajas gallegas y el fondo estadounidense Apollo, su filial EVO. También han sido bancos locales los que han comprado los negocios en los que han desinvertido grupos extranjeros, como Citi o Barclays, a los que puede sumarse Deutsche Bank.
Las dos operaciones que están actualmente sobre la mesa también se enmarcan en clave nacional. BMN será absorbida por Bankia, que a su vez analiza los números de Popular, junto a Santander y BBVA.
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