El perfil de los emprendedores españoles se aleja del tópico de un joven que se arriesga a montar un negocio, aunque fracase. La segunda parte puede ser más o menos ajustada, pero la primera no. Los emprendedores son cada vez mayores. De media, mayores de 45 años. Emprender es un verbo que cada vez utilizan menos los jóvenes. Entre 2009 y 2019 el número de trabajadores autónomos dados de alta en el Régimen especial de Trabajadores Autónomos (RETA) con menos de 35 años ha caído en un 26,5%, al pasar de 625.594 en diciembre de 2009 a los 459.624 con los que concluyó en el mismo mes del año pasado.
El envejecimiento de la población de trabajadores autónomos se produce en un contexto en el que el conjunto de personas registradas en esta actividad como cotizantes ha crecido un 3,5% y ni la actividad económica ni las políticas de empleo consiguen rebajar el paro juvenil, donde España es junto a Grecia el mayor exponente en Europa, según un estudio de la Federación nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA).
De hecho, con 200.000 altas, los mayores de 55 años son el prototipo del nuevo autónomo, una persona que viene del mercado laboral por cuenta ajena y que, en lugar de quedarse en el paro, decide crear su actividad. La crisis desatada en 2009 ha sido un gran motor de generación de nuevos autónomos procedentes de sectores como la banca, que en la última década ha acometido una reestructuración radical por la que han salido de sus plantillas más de 100.000 personas. «El nuevo emprendedor no es una persona joven, sino que cuenta con más de 55 años», dice el presidente de ATA, Lorenzo Amor. «Son personas que están preparadas y ven el autoempleo como la fórmula más efectiva para reincorporarse al mercado laboral».
De hecho, el mayor crecimiento entre los emprendedores se produce entre las personas que ya están en edad de jubilación y que pasan a tener una jubilación activa. A día de hoy son 126.727, el doble del número que eran hace una década y el doble de los menores de 25 años que ejercen como autónomos. De hecho, hay una clara brecha generacional entre los autónomos: si por debajo de 45 años el número de personas que opta por el autoempleo es cada vez menor, por encima de esa franja crece hasta el punto de compensarlo y ser un motor de crecimiento del colectivo.
Junto a los profesionales de esta franja de edad, el protagonismo en el crecimiento del número de emprendedores ha llegado de la mano de las mujeres, que en esta década han aumentado en 116.447 frente a un retroceso de 6.065 personas en el número de autónomos hombres. Aunque la proporción de emprendedores frente al de emprendedoras es de dos a uno, el dinamismo femenino es más amplio por franjas de edad. En los últimos 10 años el número de mujeres registradas crece desde los 35 años en adelante, mientras que en el caso de los hombres esa tendencia no se refleja hasta pasados los 45 años.
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