En una orden ministerial, publicada a última hora de la noche, se establece en su primer punto «la suspensión de apertura al público de todos los hoteles y alojamientos similares, alojamientos turísticos y otros alojamientos de corta estancia, campings, aparcamientos de caravanas y otros establecimientos similares, ubicados en cualquier parte del territorio nacional». Y lo justifica porque la concentración de personas en alojamientos turísticos, que deben compartir determinados espacios comunes, «implica un incremento del riesgo de contagio, por lo que dada la situación de restricción en la movilidad de las personas resulta necesario para garantizar la contención de la pandemia».
La orden entra en vigor el 19 de marzo, el día en el que se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado, y establece que en un plazo máximo de siete días no habrá ningún hotel abierto en España. «El cierre se producirá en el momento en que el establecimiento no disponga de clientes a los que deba atender, y en todo caso, en el plazo máximo de siete días naturales desde la entrada en vigor de la presente norma».
De esta manera fija un tiempo prudencial para aquellos establecimientos que tenían clientes en el momento en el que se declaró el estado de alarma, con el fin de «poder llevar a cabo las actividades de primera necesidad», y para que dispongan de margen para realizar los trámites de repatriación a sus respectivos países.
El cierre decretado por el Gobierno sucede al ajuste iniciado por las grandes cadenas hoteleras en España ante el desplome de la demanda. El pasado martes, Meliá, el grupo español más grande, con 350 hoteles en todo el mundo, anunciaba la clausura de 59 de ellos en todo el mundo, de los que 45 estaban en España.
Una medida que fue acompañada por una reducción de un 50% de jornada y sueldo para su personal en España y el inicio de la negociación con los sindicatos para un futuro ERTE. Solo un día antes, Iberostar hizo público el cierre de sus 38 hoteles en España (un tercio de los 120 que tiene en todo el mundo) y una suspensión temporal para sus 34.000 empleados. Finalmente, RIU arrancó también el martes el cierre escalonado de sus 100 hoteles en todo el mundo.
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