El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, asume que todos los estados de la UE, España incluida, tendrán que hacer renuncias para lograr un acuerdo sobre el fondo de recuperación europeo y el marco presupuestario plurianual. Sánchez ha viajado a Suecia para reunirse con el primer ministro del país, Stefan Lövfen, dentro de su ronda con dirigentes europeos para acercar posturas de cara a la cumbre de este viernes y sábado. Una ronda que finaliza este mismo miércoles en París con un encuentro de trabajo con el presidente francés, Emmanuel Macron.
Suecia es uno de los cuatro países denominados «frugales» -junto con Países Bajos, Dinamarca y Austria-, los más reticentes con el fondo, sobre todo en lo que se refiere a las ayudas directas. Lövfen no ha dudado en admitir estas reservas al defender que el reparto del fondo se haga en su totalidad través de créditos. Aunque como Sánchez ha subrayado su disposición a ceder, porque si no renuncian todos a algo será imposible en acuerdo.
Los dos, en cualquier caso, han asegurado que quieren que se llegue al consenso en julio -«si retrasamos la respuesta retrasamos la recuperación, y eso es algo que no nos podemos permitir», aunque han admitido que será difícil conseguirlo en el Consejo del 17 y 18.
Pese a la buena relación entre ambos dirigentes socialdemócratas y el clima distendido de este encuentro, son muchas las diferencias que siguen separando a Suecia y a España ante la negociación europea, como lo son también las que Sánchez mantiene con el primer ministro holandés, Mark Rutte, con quien se reunió hace dos días en La Haya.
Fuentes del Ejecutivo español han asegurado, no obstante, que Sánchez ha tenido la posibilidad en estos encuentros de mostrar a los dos escépticos dirigentes que España es un país «serio» y tiene muy bien «estudiado» todo lo que planea hacer y les ha expuesto sus «exhaustivos» planes nacionales. Sánchez ha defendido así, tanto este miércoles en Harpsund como el lunes en la Haya, que lo que reciba de este fondo le servirá para acelerar las reformas económicas que tiene planeadas -y que estos países reclaman-.
El Gobierno español entiende, además, recuerdan las mismas fuentes, que es importante para Europa que no se produzca una fragmentación financiera ni se penalice a los países a los que el coronavirus ha golpeado más fuerte y que ya tienen un nivel de deuda muy elevado, como es el caso de España. En la comparecencia de prensa, tanto Sánchez como Lövfen han admitido lo difíciles que se presentan las negociaciones en el Consejo Europeo del viernes y el sábado, la primera reunión presencial de Los Veintisiete desde que estalló la pandemia.
El primer ministro sueco ha reconocido que el principal escollo para él son las transferencias a fondo perdido y él prefiere créditos. Pero al igual que Sánchez, ha reconocido que habrá que hacer cesiones para un acuerdo que necesita la unanimidad de todos los estados miembros. «Nadie va a una negociación con el espíritu de decir no, sino que va con el espíritu de poder decir sí», ha dicho.
Y el presidente español ha asegurado que está haciendo su parte, con las leyes que se están aprobando y las reformas que se están acometiendo o a las que se ha comprometido, centradas sobre todo en la transición digital y ecológica de la economía.
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