El Banco de España cree que, durante los meses de confinamiento, y como suele ocurrir en las crisis, las familias han podido aplazar decisiones de compra y esa demanda no satisfecha podría aflorar después del verano contribuyendo a un eventual rebote del consumo de los hogares. Las restricciones a la movilidad y el cese de determinadas actividades económicas hicieron imposible el gasto en diversos bienes y servicios, lo que ha dado lugar a un ahorro forzoso, según los autores de un análisis del Banco de España publicado este martes sobre el consumo durante el estado de alarma.
La contracción del consumo durante esta crisis ha sido «mucho mayor» que la de la renta, lo que ha ocasionado un aumento muy fuerte de la tasa de ahorro, que en el primer trimestre subió casi en 3 puntos porcentuales, hasta el 11,2 % de la renta disponible. En ese mismo documento se argumenta también que en el tercer trimestre, una vez retomada la mayor parte de las actividades suspendidas, el consumo dependerá de varios factores.
En este sentido, considera un «elemento crucial» para las perspectivas la proporción de que los empleos que puedan ser salvados mediante ERTE sea lo más elevada posible, así como las medidas de protección de las rentas y de ayudas a los hogares más vulnerables, aunque sea simplemente como «soporte» de consumo.
Durante el estado de alarma decretado para hacer frente a la pandemia del coronavirus se produjo una caída del consumo «muy superior» a lo que podría ser habitual, explica el trabajo del Banco de España, lo que apunta a otros factores como el aumento de la incertidumbre sobre la enfermedad y sus repercusiones económicas, así como las restricciones a la movilidad y a ciertas actividades.
El consumo privado descendió un 6,5% en tasa intertrimestral en el primer trimestre del año y pudo, al igual que el PIB, «padecer» un retroceso significativamente más elevado en el segundo, entre abril y finales de junio, añaden. El uso de tarjetas de pago muestra una elevada correlación con la evolución de las limitaciones a la movilidad y a la actividad.
Así, por ejemplo, en las fechas previas al confinamiento, el gasto con tarjetas registró un notable repunte, hasta el 20% interanual, impulsado por compras de productos de primera necesidad, probablemente porque los hogares hicieron acopio.
Inmediatamente después de la declaración del estado de alarma, el consumo privado, aproximado por el indicador de gasto con tarjetas, experimentó una caída drástica, igual o superior al 50 % interanual, entre los diez últimos días de marzo y los veinte primeros de abril.
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