Alivio y prisas. Bruselas respiró este jueves ante la decisión de Estados Unidos de no elevar la cuantía de los aranceles sobre los productos europeos. “La Comisión reconoce la decisión de EE UU de no agudizar la disputa en curso”, señalaron fuentes comunitarias. El movimiento evita el recrudecimiento del choque comercial en un momento especialmente delicado para la economía global, pero está lejos de cerrar el conflicto transatlántico. Las tasas anuales por valor de 7.500 millones de dólares (unos 6.340 millones de euros) impuestas por EE UU a importaciones de la UE en octubre de 2019 siguen vigentes, y cada día que pasa aumenta el daño que causan, entre otras, a la industria aeronáutica y los sectores del vino y el aceite.
Los cuatro años de Donald Trump se agotan, pero los tira y afloja con sus socios europeos aspiran a llegar hasta su último día de mandato. Este jueves tocó aflojar. Estados Unidos anunció que los aranceles se mantendrán intactos, sin nuevas subidas por ahora. Sin embargo, su presencia sigue golpeando la tocada economía europea. Y en Bruselas hay prisas por librarse de ellos. La Comisión Europea aprovechó la pausa en la escalada de tensiones para pedir a Washington que aparque las diferencias e intensifique los esfuerzos para hallar una salida negociada”. Fuentes comunitarias advierten de que, en plena pandemia, con el PIB hundiéndose a ambos lados del océano, no hay margen para el intercambio de golpes. “La ralentización económica actual, y especialmente, su impacto en el sector aéreo y aeronáutico, concede una urgencia especial a la resolución de esta disputa”, apuntan.
Francia, uno de los países más afectados por los aranceles, está elevando la presión sobre Bruselas para que actúe si la Casa Blanca no da marcha atrás. El 1 de septiembre EE UU añadirá nuevos productos franceses y alemanes a su lista y sacará de ella otros británicos y griegos, una nueva afrenta que no ha sentado bien en París. “Una cosa debe quedar clara a todo el mundo. Si las sanciones americanas se mantienen y no logramos un acuerdo, la UE debe prepararse para responder con sanciones”, ha afirmado este jueves el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, quien ha insistido en que los Veintisiete cumplen con las reglas de la Organización Mundial del Comercio.
El sector vinícola francés, uno de los más sancionados por Estados Unidos, afronta este año ya de por sí fuertes pérdidas por el coronavirus. “Deseo que podamos encontrar lo antes posible una solución definitiva al contencioso Airbus-Boeing que dura ya varios meses y que penaliza nuestras exportaciones a Estados Unidos”, declaró el ministro Le Maire. Aunque el máximo responsable de la economía francesa subrayó que “no ha habido una escalada” en las sanciones norteamericanas, manifestó su visible malestar por la noticia ya que, recordó, Airbus ha mostrado su “conformidad total” para lograr una salida al contencioso. El mes pasado, la compañía anunció un acuerdo con los Gobiernos de Francia y España para aceptar tipos de interés más altos en los préstamos reembolsables que les han concedido ambos Estados para los programas de lanzamiento del avión A350. “Consideramos que EE UU no tiene hoy ninguna justificación para mantener las sanciones tarifarias que impone desde octubre de 2019”, dijo por su parte el ministro delegado de Comercio Exterior, Franck Riester.
Le Maire entretanto recordó que hace pocos días se entrevistó con el comisario europeo de Comercio, Phil Hogan, “para pedirle que se acelere la resolución del conflicto y que no haya ninguna sanción más contra los productos franceses exportados a EEUU”. Eso sí, acotó, si el diálogo no funciona, habrá que tener un plan B estricto. “Deseamos que este contencioso se arregle rápidamente, pero si no, habrá que responder de manera firme”, insistió.
El litigio se remonta a 2004, cuando España, Francia, Alemania y el Reino Unido entregaron ayudas públicas a Airbus. Aunque la UE acusa a Washington de hacer lo mismo con Boeing, EE UU denunció que los subsidios europeos perjudicaron al fabricante de aviones norteamericano. Y la OMC le dio la razón. Para facilitar una salida, Airbus anunció hace un mes que renunciaba a las condiciones favorables de los préstamos otorgados por España y Francia para su avión A350. Bruselas se lanzó entonces a pedir el fin de los aranceles por boca de su comisario de Comercio, Phil Hogan. Pero ese gesto sigue sin llegar, y la factura aumenta por momentos: organizaciones de exportadores de vinos franceses hablan de una caída de los envíos del 35% y pérdidas de 415 millones anuales, mientras que el campo español se ha dejado 200 millones en siete meses.
En ese complejo entorno, con EE UU gravando con un 15% la importación de bienes del sector de la aviación civil y con el 25% el resto de los productos, entre ellos quesos, jaleas, vinos, licores y aceitunas, Bruselas insiste por ahora en la mano tendida. Y anuncia nuevos esfuerzos negociadores por parte del comisario Hogan con Robert Lighthizer, el representante comercial de Estados Unidos, “con miras a encontrar una solución basada en el diálogo constructivo y los beneficios mutuos en lugar de en el conflicto”.
A menos de tres meses de las elecciones en Estados Unidos, la UE no quiere renunciar al objetivo de paralizar los aranceles antes de los comicios. Sobre el papel, la eventual salida de Donald Trump de la Casa Blanca, pronosticada por las encuestas, allanaría el camino a una solución, pero los Veintisiete no quieren jugárselo todo a lo que digan las urnas ni condenar a productores y fabricantes a sufrir los aranceles hasta la incierta irrupción de un nuevo interlocutor, más amable para sus intereses, en 2021.
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