Los tentáculos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) están por todas partes. Y todos ellos, luchando contra la crisis económica desatada por el Covid-19. La penúltima intervención es la compra directa de deuda corporativa de empresas españolas con grado de inversión (BBB- o Baa3), según fuentes financieras. Estas indican que es otro comprador, aunque a años luz del BCE, que inyecta demanda por el 40% del importe. Con todo, contribuye a la rebaja de los precios a mínimos históricos, al igual que el Banco Central.
El banco público se ha convertido en el principal ariete del Gobierno contra el deterioro económico por la pandemia. A través de él, desplegó los avales iniciales por 100.000 millones de euros, de los que se habían empleado 79.039 millones a 15 de octubre. Y, además, el ministerio que pilota Nadia Calviño ha puesto encima del tapete otros 40.000 millones para blindar crédito destinado a inversiones.
La novedad es que el ICO no solo protege la financiación que conceden los bancos, por entre un 60% y un 80% en función del tipo de empresa y de la operación, sino que también interviene directamente en el mercado comprando deuda. Con matices, adquiere los mismos bonos que el BCE con sus diversos programas. Aunque la institución que preside Christine Lagarde pone 4 de cada 10 euros en los libros de órdenes.
Fuentes financieras señalan que el modus operandi del ICO es diferente al del BCE. Su capacidad compradora es muy inferior, solo adquiere en el mercado primario, no una vez vendido el bono, y está limitado por requisitos adicionales, además del mencionado: que la firma cuente con el venerado grado de inversión. El dinero debe emplearse en crecer y concede prioridad a los bonos verdes. Quedan descartadas todas aquellas emisiones que sean para refinanciar pasivos previos.
Las fuentes consultadas señalan que su potencia de fuego está muy lejos de la que cuenta el BCE. En todas sus intervenciones ha adquirido menos del 10% del papel. La cantidad invertida es de 314 millones desde que se puso en marcha el programa hasta finales de junio. Aun así, fuentes de la banca de inversión destacan que es un inversor “significativo” en algunas colocaciones y que contribuye a la caída de las rentabilidades.
El programa de compras de deuda se explicitó en la reorientación estratégica de 2019 a 2021, presentada en abril del año pasado. El ICO fomentará “las fuentes de financiación alternativas”, con medidas como el apoyo a las empresas “mediante la adquisición de instrumentos de deuda corporativa de proyectos (bonos) en el mercado, en un primer momento para grandes empresas, con la vista puesta en su ampliación a compañías de menor tamaño”.
Esta declaración de intenciones se concretó el año pasado en “operaciones directas de préstamos y créditos, adquisición de bonos corporativos y garantías a favor de empresas por importe de 2.476 millones de euros, de los que 1.186 millones fueron destinados a proyectos en el exterior”, según explica en la memoria de 2019. Si bien, no desglosa el importe destinado a la adquisición de deuda pura y dura, puesto que lo incluye junto al resto de operaciones.
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