El presidente de la CNMV, Sebastián Albella, ha comunicado a la ministra de Asuntos Económicos y vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, su intención de no continuar al frente del organismo otros cuatro años. Ana María Martínez-Pina, la actual vicepresidenta, que ha acompañado a Albella desde su nombramiento oficial del 26 de noviembre de 2016, también deja su cargo. El presidente más técnico y menos político con el que ha contado la CNMV en los últimos tiempos ha decidido dejar paso, pese a que en su mandato ha demostrado siempre el máximo entusiasmo y una capacidad de trabajo desorbitada.
Albella (Castellón de la Plana, 1958) es un profundo conocedor de los mercados. Socio de Linklaters desde 2005, donde llegó procedente de Ramón y Cajal Abogados, firma de la que fue cofundador, es miembro del Colegio de Abogados de Madrid desde su excedencia como Abogado del Estado hace más de 24 años. El futuro expresidente de la CNMV fue secretario del consejo y director de los servicios jurídicos del organismo en sus primeros años de vida, desde 1988 a 1991, y, de hecho, fue un destacado ideólogo de la primigenia Ley del Mercado de Valores de 1988, que dio vida al que ahora es el vigilante de los mercados.
Su paso por el supervisor ha sido valorado por su independencia frente a los poderes políticos. Cierto: lo nombró Luis de Guindos con el aval de Luis Garicano y de su amigo y también expresidente de la CNMV Manuel Conthe. Pero demostró en varias ocasiones que estaba dispuesto a defender la independencia de la casa. Uno de los casos en que se rebeló fue el de la opa sobre Abertis por parte de Atlantia en 2017, cuando desde los ministerios de Fomento y Energía le exigieron la necesidad de contar con su luz verde para aprobar el folleto. Les respondió que no, y siguió adelante con el proceso. También atacó sin cortapisas la denominada tasa Tobin, que gravará con un 0,2% las compras de valores españoles que capitalicen más de 1.000 millones de euros. Y ha defendido en innumerables ocasiones que no se toquen las sicavs. En estas dos últimas cuestiones se le ha hecho caso omiso.
“Albella se ha esforzado en modernizar la institución y poner las pilas a todo el personal. Escuchaba, pero además contaba con criterio propio. De ahí que su impronta en la CNMV haya sido tanta”, señalan fuentes conocedoras de su labor al frente del organismo. “Junto a Juan Fernández-Armesto [presidente de la CNMV entre 1996 y 2000], Albella ha sido uno de los mejores presidentes de la CNMV”, ratifican fuentes financieras.
Implacable con los chiringuitos financieros, a los que declaró la guerra desde su llegada, ha firmado acuerdos con la policía para acabar con estos fraudes y ha potenciado la educación financiera. La protección de los pequeños inversores, con la prohibición de las opciones binarias y la restricción de los contratos por diferencias (CFD), ha sido máxima. Ha acelerado todos los procesos de aprobación de folletos, cualquier día de la semana y a cualquier hora, con especial hincapié en la renta fija, que en los últimos tiempos había huido a países teóricamente más amigables, como Luxemburgo o Irlanda.
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