Pese a que el pasado año se aprobaron dos operaciones de integración, la de Bankia y CaixaBank y la de Unicaja y Liberbank, que darán lugar a la primera y quinta entidades financieras españolas, respectivamente. El gobernador de la institución supervisora, Pablo Hernández de Cos, explica en una carta recogida en la Memoria de Supervisión del Banco de España, que los «procesos de consolidación del sector, que se revitalizaron el pasado año en nuestro país con el anuncio de dos grandes operaciones, pueden ser un instrumento útil adicional para afrontar los retos del futuro en mejor posición, si bien es necesaria una evaluación individual de los méritos de cada propuesta de fusión».
La directora general de supervisión, Mercedes Olano, apoya también, como es lógico las fusiones, y asegura que pese a las dos grandes operaciones llevadas a cabo en 2020 y el elevado número de cierre de oficinas, «estamos aún lejos de un oligopolio bancario en España. La competencia se mantiene muy viva en el sector». Recuerda en este sentido que hay 10 entidades significativas en España, y «bastantes» más pequeñas.
La directora también defiende el cierre de más oficinas, pese a que ya se han clausurado desde 2008 el 51% de la red, y el recorte de plantilla, que seguirá durante los dos próximos años, según ha explicado en la presentación de la memoria de supervisión. Considera, como el gobernador, que estas son vías para reducir costes y mejorar la rentabilidad, además considera que ahora la tendencia es aumentar la digitalización del sector, razón por la que sobrarán capacidad instalada y plantilla.
También ha explicado que estos cierres no derivarán en un aumento de la exclusión financiera, ya que la banca se ha comprometido con el supervisor nacional a mantener oficinas en las zonas rurales, o en su defecto a sustituir las oficinas por agentes, a llevar a las zonas más despobladas autobuses para que sus habitantes puedan operar, a dejar abiertos todo el día los cajeros automáticos, o a llegar a acuerdos con otros posibles proveedores, como es el caso de Santander con Correos, alianza por la que los clientes pueden ingresar y retirar efectivo desde las oficinas de la institución estatal.
El Banco de España también ha advertido de que la incertidumbre sobre el alcance de la crisis económica sigue siendo «muy elevada» y considera que las entidades financieras tendrán que hacer aún un «esfuerzo importante» en provisiones este año para encarar el aumento de la morosidad. El organismo supervisor reconoce que en 2020 los bancos ya dotaron importantes provisiones y podrán ir consumiéndolas a medida que aumenten los impagos, pero tiene claro que se necesitarán más y el volumen dependerá de cuánto suba la morosidad.
A cierre de 2020, la morosidad de la banca española se situó en el 4,51 %, el nivel más bajo desde abril de 2009, por lo que tendría que triplicarse -lo que parece mucho- para alcanzar los niveles máximos de la crisis anterior, según ha explicado la responsable de supervisión del Banco de España. La rentabilidad del sector se verá de nuevo impactada por la necesidad de hacer provisiones y ello se reflejará en el ROE (rentabilidad sobre recursos propios), aunque en el Banco de España confían en que no haya un impacto muy fuerte en la rentabilidad recurrente, la que va ligada al propio negocio.
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