Estados Unidos continúa perfilando su propuesta para establecer a escala global un impuesto de sociedades con un tipo mínimo a aplicar en todos los países. El planteamiento de la nueva administración de Joe Biden consistiría, según avanzó ayer la agencia Bloomberg, en aplicar un gravamen inicial del 21% que podría modularse y elevarse en cada región en función de los ingresos y del número de usuarios que las compañías tengan en cada país. Esta tasa, además, se aplicaría a grandes empresas de todos los sectores, y no únicamente a las que operen en el mundo digital.
EE UU, según explica Bloomberg, ha enviado ya una propuesta a los casi 140 países que participan en las conversaciones sobre impuestos digitales y gravámenes mínimos globales en el seno de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El objetivo, según las fuentes consultadas, es que esta nueva oferta acerque el consenso a unas negociaciones que, en el ámbito digital, llevan meses estancadas tras la negativa de la antigua administración de Donald Trump a debatirlas por el perjuicio que podría ocasionar a gigantes como Facebook, Amazon, Apple o a la firma que da nombre a la tasa: Google.
El plan, según estas fuentes, exigiría que los tipos impositivos se asignasen en base a una fórmula que tenga en cuenta los ingresos generados dentro de un país concreto, y se aplicaría a las multinacionales de todas las industrias. Otra de las novedades fundamentales es que las compañías pagarían estos impuestos en las regiones en las que tienen usuarios o consumidores, y no únicamente allí donde tienen instalada su sede social. El plan, según las fuentes consultadas, no aumentaría necesariamente los impuestos de las empresas, sino que cambiaría el lugar en el que se gravan algunas de sus ganancias.
La intención de la OCDE era, en un primer momento, consensuar un impuesto sobre los servicios digitales –la tasa Google– a nivel global para, más adelante, establecer una tasa mínima en Sociedades a fin de frenar una carrera a la baja que ha fomentado los desequilibrios y la competencia entre países. La intención de Washington, sin embargo, es matar dos pájaros de un tiro y fijar un modelo para las multinacionales de todos los sectores.
El esbozo inicial de la iniciativa, avanzado a comienzos de esta semana por la secretaria del Tesoro de EE UU, Janet Yellen, ha sido bien recibido por organismos como el FMI (que por el momento prefiere evitar dar una cifra sobre cuál debería ser el gravamen mínimo), la OCDE o la Comisión Europea, que lleva tiempo pidiendo un acelerón en las negociaciones y advirtiendo que, de no haber consenso en la OCDE, impulsará una tasa Google comunitaria. Más allá de Bruselas, el plan de EE UU también cuenta con el respaldo de países como Alemania, Francia y también España, que ya ha lanzado su propia tasa Google nacional y estudia fijar un tipo mínimo en Sociedades del 15% (18% para banca y petroleras) que impida rebajar de ahí el pago de un tipo nominal del 25% (30% para los dos sectores mencionados).
El presidente del Banco Mundial, David Malpass, que ocupa el puesto desde abril de 2019 tras ser propuesto para el cargo por el expresidente de EE UU, Donald Trump, advirtió ayer de las implicaciones negativas para las economías emergentes y en desarrollo que tendría fijar a nivel internacional un impuesto de sociedades mínimo del 21%. “Me parece una tasa corporativa alta, pero esta no es mi decisión”, dijo Malpass en declaraciones recogidas por Europa Press. En este sentido, el presidente del Banco Mundial defendió que lo fundamental es lograr crecimiento en todas las regiones del mundo, por lo que, según él, debe existir un entorno legal estable “para atraer nuevas inversiones a los países más pobres”.
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