El Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó la semana pasada de que la crisis del coronavirus amenazaba con dejar cicatrices permanentes en la economía global, sobre todo en los países más pobres. Ahora, el organismo que encabeza Kristalina Georgieva también habla de estas disparidades en la recuperación, pero centrando su vista en Europa. Algunos países del continente se han visto más afectados por la crisis, y el remedio para salir del hoyo provocado por el coronavirus es doble: acelerar la vacunación y que los gobiernos mantengan sus políticas de estímulo. Es decir, gastar a manos llenas, y hacerlo especialmente en familias vulnerables y empresas, para acelerar la recuperación.
Los bancos centrales están a punto de agotar sus herramientas para impulsar el crecimiento. Así que solo el gasto público podrá salvar los muebles. “Mientras la política monetaria es cada vez menos eficaz para impulsar el crecimiento, la política fiscal debe desempeñar un papel cada vez más importante”, avisa el Fondo en la actualización de su informe regional sobre Europa. Y, por si no había quedado claro, vuelve a apuntar en la misma dirección: “Las medidas fiscales para estimular la inversión y facilitar la creación de empleo acelerarían la recuperación”.
Hace tiempo que el FMI se ha apuntado al bando de los que reclaman un papel preponderante del Estado en la economía para estimular el crecimiento. También respalda los planes de la Administración Biden de imponer un nivel mínimo global en el impuesto de sociedades para financiar todos estos planes de gasto.
En Europa, el organismo multilateral reclama reubicar las ayudas públicas en aquellas medidas que aceleren la recuperación: gastar más en apoyar a familias y empresas y redistribuir estos fondos detrayéndolos de otras partidas. Este aviso supone una crítica implícita a los planes presupuestarios presentados por los Ejecutivos europeos para 2022. El FMI da un ligero tirón de orejas, sí, pero no apunta a nadie: menciona el pecado, pero no el pecador.
No son solo recomendaciones generales. Los técnicos del Fondo han hecho sus números, y concluyen que la aprobación de ayudas por valor del 3% del PIB durante este año y el próximo impulsaría la economía un 2% a finales de 2022. Estas ayudas de las que habla el FMI incluyen nuevas transferencias para familias necesitadas, subsidios para acelerar la integración en el mercado laboral de los que han quedado fuera, ayudas fiscales para impulsar el crecimiento e inyecciones de liquidez para las empresas viables en aprietos. “Estas políticas tendrían mayores ventajas para las familias de bajos ingresos y menos efectos indeseados que nuevas políticas de estímulo monetario. También acercarían la inflación al objetivo en muchos países”, añaden los autores de la actualización de marzo del Informe de Perspectivas Regionales.
Pese a todas estas recomendaciones, las vacunas siguen siendo la clave más importante. De ahí que el FMI reclame a los gobiernos “más esfuerzos” para producir y distribuir las dosis para lograr la inmunidad. El Fondo admite que se ha avanzado mucho. Menciona, por ejemplo, que los mecanismos de protección del empleo —los equivalentes a los ERTE españoles— han llegado a proteger a 68 millones de ciudadanos en 40 países europeos en el punto álgido de la crisis. La suma de las ayudas fiscales (ya sea a través de los estabilizadores automáticos como los subsidios de desempleo o las medidas aprobadas específicamente para esta crisis) alcanzaron el año pasado el 7,5% del PIB en las economías europeas más avanzadas, y el 6% en las economías emergentes del continente, excluyendo en este cómputo a Turquía y Rusia.
Por último, el FMI admite que Estados Unidos ha salido mejor de la crisis que Europa. Pero sus analistas no atribuyen esta ventaja a unas políticas públicas mejores al otro lado del Atlántico, sino a otros factores. “Los estudios del FMI sugieren que las diferentes políticas macroeconómicas no explican la brecha con EE UU. En cambio, parece que los confinamientos voluntarios más estrictos en Europa, más allá de lo que se pueda atribuir a las medidas legales para evitar los contagios, explican esta diferencia”, asegura el informe.
Estos “confinamientos voluntarios” de los que habla el Fondo han reducido la movilidad y la actividad más en Europa que en EE UU y explican que las consecuencias de la pandemia hayan sido mayores en el Viejo Continente. El FMI también atribuye “un cierto papel” a las diferencias de crecimiento previas a la crisis y la estructura de la economía. Citan, por ejemplo, la mayor capacidad de adaptación de EE UU para operar en un contexto de reducida movilidad (a través del teletrabajo).
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