Estas reglas rigen los objetivos de déficit y deuda de los países de la Unión Europea, suspendidas durante las crisis del Covid, suavizándolas para adaptarlas al incierto panorama pospandémico. En concreto, la Comisión Europea ha puesto en marcha este martes una comunicación no legislativa que relanza el debate público sobre la conveniencia de revisar el marco de gobernanza económica de la Unión Europea con vistas a adaptarlo a los tiempos poscovid. El objetivo de Bruselas es debatir con tiempo con todos los agentes implicados para poder llegar a un consenso amplio sobre el camino a seguir una vez que se recupere el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, congelado desde la irrupción de la pandemia y en pausa al menos durante todo el año 2022.
Autoridades y sociedad civil tendrán hasta el 31 de diciembre de este año para presentar sus propuestas, mientras que la Comisión Europea aspira a diseñar el nuevo marco durante el primer trimestre de 2022. El Ejecutivo comunitario planteará, de esta forma, cómo deben retomar los Estados miembros la senda fiscal, que en principio se reactivaría el 1 de enero de 2023.
El documento distribuido este martes deja claro, en todo caso, que el reimpulso de los objetivos de deuda y déficit debe acometerse “cuando las condiciones económicas lo permitan”. “Retomar una senda de reducción de la relación entre deuda pública y PIB será fundamental para mantener unas finanzas públicas saneadas, evitar divergencias fiscales”, “preservar condiciones de financiación favorables para los sectores público y privado, y prevenir episodios de crisis” en el futuro.
Bruselas se muestra clara en este punto. La reconstrucción de los colchones fiscales es clave para poder reaccionar debidamente a las recesiones que se produzcan en el futuro, pero la consolidación de las cuentas públicas no debe tener por coste justamente causar nuevas crisis. “Una reducción inicial demasiado grande de los coeficientes de endeudamiento implicaría un alto coste social y económico y sería contraproducente”, alerta, en particular en un contexto en que la política monetaria se irá constriñendo con riesgo de que la pandemia deje cicatrices duraderas en algunas de las economías comunitarias. El reequilibrio presupuestario, añade, debe ser “realista, gradual y sostenido”.
A falta de ver cómo se va concretando el rediseño, crecen las voces en Europa que ven con buenos ojos la posibilidad de que las inversiones verdes y digitales dejen de pesar en los cómputos fiscales, por ejemplo. En el documento no legislativo hecho público, la Comisión plantea 11 preguntas a los agentes llamados a participar en el debate, como el Parlamento Europeo, el Consejo, el Comité Económico y Social Europeo, el Comité de las Regiones, el Banco Central Europeo, los bancos centrales nacionales o los gobiernos y parlamentos nacionales. A las nueve cuestiones ya conocidas, como de qué manera se puede mejorar, simplificar y asegurar la implementación del marco para garantizar unas finanzas públicas sostenibles, se les unen dos más, vinculadas a la crisis económica del coronavirus y a la respuesta comunitaria.
En concreto, Bruselas deja en el aire en qué aspectos el diseño, la gobernanza y el funcionamiento del mecanismo de recuperación «pueden proporcionar conocimientos útiles en términos de gobernanza económica a través de una mejor propiedad, confianza mutua e interacción entre las dimensiones económica y fiscal». La Comisión también se pregunta cómo la pandemia ha remodelado las economías europeas y «si existen otros desafíos que el marco de gobernanza económica debería tener en cuenta más allá de los identificados hasta ahora».
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