La elevada tasa de temporalidad en el empleo no se explica por motivos estacionales o de temporada; es un problema estructural. Esa es la advertencia que ha hecho este jueves Comisiones Obreras durante la presentación del informe Los costes económicos y sociales de la inestabilidad en el empleo y las reformas laborales de 2010 y 2012, en el cual muestra que el número de contratos temporales durante 2019 nunca bajó del 25% en los hoteles ubicados en Baleares, Canarias y la costa oriental de España, las zonas más turísticas del país.
El informe se centra en esta rama de la economía para demostrar que en España la temporalidad se mantiene alta durante todo el año, incluso en las actividades que están influenciadas por las estaciones, como la agricultura y el turismo. No obstante, Comisiones considera que se trata de un fenómeno extendido a todo el tejido productivo, pues el país mantiene al 26,3% de sus trabajadores bajo este régimen: 4,4 millones de asalariados. Esto constituye una gran anomalía cuando se compara con la Unión Europea, donde la tasa de temporalidad es del 15%.
La comparación hace evidente que el abuso de la contratación temporal es el talón de Aquiles de la economía nacional, algo a lo que la actual administración le quiere poner remedio con la nueva reforma laboral, pero que se topa de frente con los empresarios. La patronal rechaza la medida de fijar porcentajes temporales en función del tamaño de las plantillas, así como de limitar los contratos en materia de causalidad, encadenamiento o duración de la relación laboral. En general no les convencen las ideas del Ministerio de Trabajo, un asunto delicado a falta de un mes para que concluya el año, y con él el tiempo límite para acordar el nuevo marco de relaciones laborales.
Mientras los empresarios se mantienen reacios a aprobar los planes del Ejecutivo para luchar contra los abusos de la contratación temporal, los datos demuestran que España está muy lejos de la media europea. En la construcción, por ejemplo, el país mantiene una temporalidad del 40% cuando en el resto de Europa es del 16%; una diferencia de 24 puntos porcentuales. Lo mismo ocurre en el caso de la agricultura, cuya tasa es especialmente alta en el bloque con un 33%. Sin embargo, a nivel nacional el porcentaje se dispara hasta el 56,5%. Esto significa que más de la mitad de los trabajadores en esta rama no tienen estabilidad en su empleo. Incluso en el sector de las finanzas y seguros, cuya temporalidad es la más baja, existe una diferencia de 2,6 puntos porcentuales: 9,6% de España contra 6,9% de los Veintisiete.
La situación se extiende a todas las empresas, no solo a las Pymes, aunque sí tengan la cifra más alta, con el 33,9% en el caso de aquellas con un máximo de cinco trabajadores. No obstante, la diferencia con las grandes corporaciones (más de 499 trabajadores) es mínima, pues estas registran una tasa de temporalidad del 32,5%.
Más allá de la alta tasa de temporalidad que impera en España, Comisiones Obreras ha recriminado que 11 años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, los salarios reales siguen sin recuperar su poder de compra, situándose en 2019 un 6,2% por debajo del de 2008. Ante estas cifras, la secretaría confederal de Acción Sindical y Empleo, Mari Cruz, ha dicho que “la calidad del empleo sigue siendo un tema pendiente”, aunque reconoció que los 61.700 nuevos afiliados a la Seguridad Social en noviembre son un dato “muy positivo”. Por su parte, el responsable del Gabinete Económico Confederal, Carlos Martín, ha calificado la reforma laboral de 2012 como «otra vuelta de tuerca para la precarización» del mercado de trabajo. Su análisis es que esas medidas fomentaron el «dinamismo económico a través de precarizar las condiciones de empleo» y «devaluar los salarios».
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