Según datos de Dealogic, a fecha del 13 de diciembre el volumen de las emisiones corporativas españolas se sitúa en los 28.936 millones. Un incremento del 25,4% respecto a las emisiones de 2016 que lleva al importe a máximos históricos.
Si se incluyen las emisiones gubernamentales, de regiones o municipios, así como colocaciones de bancos e instituciones financieras, el importe total asciende a los 113.685 millones, lo que supone un aumento del 27,3% respecto al conjunto de lo emitido el año pasado. A diferencia de las corporativas, el volumen de 2017 continúa lejos de los máximos de 2006 (264.381 millones).
Fuentes del mercado explican que este buen comportamiento refleja una tendencia que ha marcado todo 2017 y es que no ha habido ningún periodo en el que quienes quisieran salir al mercado no lo hayan conseguido. En un contexto marcado por los tipos en zona de mínimos, muchas empresas han aprovechado para alargar sus vencimientos como por ejemplo Telefónica con su emisión a 30 años. Otras emisiones como la de Redexis en octubre tienen un perfil más oportunista. La compañía captó 250 millones para pagar dividendo.
El apetito del mercado y la abundante liquidez fruto de las medidas ultralaxas del BCE han permitido a las empresas ampliar el espectro de bonos, así como la posibilidad de adentrarse en nuevos mercados. Todo ello ha sido aprovechado por las firmas para diversificar sus fuentes de financiación, reducir los costes y recortar su dependencia de la banca.
La tendencia que impera en España se traslada a la del resto de mercados de la zona euro. Francisco Chambel, responsable de mercados de deuda de UniCredit, afirma que a diferencia de ejercicios anteriores en los que las emisiones se han concentrado en ventanas concretas, este año, ha permanecido abierto todo el ejercicio.
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