El brexit de nunca acabar tiene un nuevo plazo. Y retrasa hasta finales de 2021, como muy pronto, la salida definitiva de Reino Unido de la unión aduanera por lo que el país no quedará completamente fuera de la órbita comunitaria hasta el 1 de enero de 2022, casi seis años después del referéndum que aprobó la retirada del club.
Londres ni siquiera da por seguro que se puedan cumplir esos plazos. Y no descarta que el país deba seguir indefinidamente en la unión aduanera, lo que le obligaría a aplicar los aranceles europeos y acatar la política comercial comunitaria sin poder pronunciarse sobre ella.
El nuevo calendario figura en la propuesta entregada en Bruselas este jueves por el Gobierno de Theresa May para intentar evitar la aparición de una frontera física entre Irlanda del Norte (parte del Reino Unido) y la República de Irlanda, Estado miembro de la UE.
El documento, según la prensa británica, ha provocado un grave enfrentamiento entre los miembros más euroescépticos del ejecutivo y los proclives a la permanencia. La batalla ha resquebrajado el equipo negociador británico, cuyo líder, David Davies, ha eludido varias veces en las últimas horas desmentir que había amenazado con su dimisión.
La primera ministra quería dejar abierta la posibilidad de una permanencia indefinida en la unión aduanera, posibilidad rechazada por los euroescépticos, que temen una marcha atrás en el brexit. Davies también exigía una fecha límite para la recuperación de las fronteras británicas, so pena de renunciar al cargo.
El texto pactado incluye ese límite temporal, como quería Davies, y lo fija en «finales de diciembre de 2021». Pero no lo establece de manera taxativa y se limita a señalar que Reino Unido «espera» que para entonces se haya encontrado una solución definitiva para el problema de Irlanda. De no ser así, todo el país seguiría sometido a la política comercial europea.
El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, ha acusado recibo de la propuesta británica. Y ha asegurado que la estudiarán para comprobar si realmente permite resolver el problema irlandés y si no supone una amenaza para la integridad del mercado único y de la unión aduanera. May también defenderá su plan durante la cumbre europea de finales de junio en Bruselas. Pero la UE contempla con creciente escepticismo, y hasta incredulidad, la errática estrategia negociadora de Londres.
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