Portugal acaba de subastar 1.400 megavatios (MW) de capacidad renovable y ha obtenido unos resultados espectacularmente bajos. A falta de publicación de los datos oficiales, los precios medios a los que habría adjudicado la capacidad subastada rondarían los 20 euros/MWh, menos de la mitad del precio actual del Mercado Ibérico Mayorista. Unos precios que suponen un auténtico récord, ya que son los más bajos vistos hasta ahora en subastas de energía eléctrica o PPA –entendiendo estas como los acuerdos de compraventa de energía entre un generador y un comprador– en todo el mundo.
Hace poco nos sorprendió la noticia de que, aquí en España, el Ministerio para la Transición Ecológica se plantea aplicar el mismo modelo de subasta eléctrica ejercido en Portugal. Si bien es cierto que no puede hacerse de momento, ya que esta medida requiere cambiar la normativa y un Gobierno en funciones no puede cambiarla, la puesta en práctica sería perjudicial para los consumidores. Es cierto que el abaratamiento de la energía, a primera vista, puede parecer positivo, pero hay tres motivos –relacionados entre sí– por los que no lo es, englobados todos en una misma máxima: restringir la competencia, a la larga, nunca acaba beneficiando al consumidor.
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